Como suele ocurrir en pocos casos, su testimonio de vida, como ahora el de su muerte, nunca dejó de ser tan incómodo para unos como inspirador para otros. Bolivia despide a una de sus referentes históricas de lucha: Domitila Chungara.
Como suele ocurrir en pocos casos, su testimonio de vida, como ahora el de su muerte, nunca dejó de ser tan incómodo para unos como inspirador para otros. El fallecimiento de Domitila Barrios de Chungara en la madrugada del 13 de marzo se ha constituido en un acontecimiento tan simbólico como lo fue su vida.
No es casual que así haya sido, pues hay personajes en la historia de los pueblos a los que su compromiso y el azar del destino parecerían haber escogido para que encarnen lo más representativo de una generación, de un grupo social, de unas ideas e incluso, a veces, de toda una época. Domitila Chungara fue uno de esos personajes.
Chungara —apellido de su marido con el que se hizo famosa, como una prueba de que en tiempos no muy lejanos la causa feminista no tenía el vigor que ahora tiene— falleció en la pobreza después de una muy larga agonía de la que muy pocas de las personas e instituciones que hoy lamentan su muerte se enteraron. Sería una exageración decir que murió olvidada, pues su nombre nunca dejó de ser reconocido, pero tampoco sería correcto negar que muchos de los homenajes que hoy se le rinden le fueron mezquinados aun en las vísperas de su partida y eso se debe, en gran medida, a que su testimonio de vida —y ahora de muerte— nunca dejó de ser tan incómodo para unos como inspirador para otros.
De Domitila Chungara lo que más se recuerda es el rol protagónico que jugó cuando, en 1978, con otras dirigentes mineras, encabezó una huelga de hambre que logró doblegar a la dictadura militar del Gral. Hugo Banzer obligándola a iniciar una verdadera apertura democrática y no un simulacro, como era lo originalmente planeado.
Tan destacado papel, sin embargo, no fue el inicio sino el resultado de una trayectoria que ya entonces era notable. Como muchas de las mujeres de su extracción social y de su generación se sintió identificada con los proyectos revolucionarios de los años 60 y 70 y pagó un alto precio por ello, pues las fuerzas gubernamentales, como todas las que aspiran a eliminar a sus adversarios, o por lo menos sus ideas, no tuvieron contemplaciones en su afán de acallar su voz.
Pero como también suele suceder cuando la perseverancia y consecuencia con los propios ideales es superior a la tentación de hacer concesiones, la persecución de la que fue objeto la líder minera sólo sirvió para multiplicar el alcance de su palabra y de la causa que representaba. Así, en 1975 su voz llegó a ser oída en escenarios internacionales y cuando un año después su testimonio se plasmó en un libro titulado “Si me permiten hablar…” su prestigio trascendió nuestras fronteras.
Con esos antecedentes, en 1978 fue la primera mujer en encabezar, acompañando como candidata a la vicepresidencia al dirigente campesino Casiano Amurrio, una fórmula electoral en representación del hoy extinto Frente Revolucionario de Izquierda (FRI). Y aunque la fórmula no fue del todo exitosa en términos electorales, marcó todo un hito inaugural en el proceso democrático del que aún hoy somos testigos, pues en la figura de Domitila Chungara se sintetizaron causas que aún hoy mantienen plena vigencia como la participación de las mujeres, los campesinos y los obreros en la conducción de nuestro país.
Por todo lo anterior, corresponde rendir un sentido homenaje a esta mujer que supo mostrar coherencia entre lo que promovía y hacía. Paz en su tumba.
(Diario Los Tiempos: 15.03.2012)