Por Adolfo “Fito” Aguirre*
En 1980 la dictadura sanguinaria de Augusto Pinochet implementó una Constitución con el objetivo de condicionar la vida política, limitar los derechos sociales y perpetuar el modelo neoliberal de saqueo. Esto impidió cualquier cambio o reforma tras la recuperación de la democracia en 1990. Pero hoy Chile está ante un momento histórico, a 40 años de aquel “engaño institucional”, como muy bien lo califica la CUT-Chile, se está por aprobar la redacción de una Nueva Carta Magna. El 25 de octubre las chilenas y los chilenos se expresarán en un referéndum que puede marcar un antes y un después en la historia política del país.
Emociona ver como en un año el pueblo chileno cambió el rumbo de la historia. El 18 de octubre de 2019 las noticias nos mostraron a los estudiantes secundarios en las calles en protestando por el aumento del boleto de subterráneo. Pero su enojo era más profundo. Conocimos entonces la consigna tan precisa y clara de “no son 30 pesos, son 30 años”. Representaba el grito de generaciones contra las políticas neoliberales. Esa marcha fue brutalmente reprimida y se despertó la solidaridad popular.
Miles y miles comenzaron a salir a las calles, se conformó la Mesa de Unidad Social, que integran cientos de organizaciones sociales entre ellas la hermana CUT. Estuvimos como CTA-Autónoma en Santiago de Chile en el Paro Nacional de 12 de noviembre en el que dos millones salieron a las calles, demostrando que ni la represión de Carabineros, que dejó una treintena de muertes ni las 500 víctimas de daño ocular, harían retroceder esta lucha histórica para construir un nuevo modelo de desarrollo con justicia social.
Dos opciones se elegirán este domingo. Rechazar la posibilidad de redactar una nueva Constitución o aprobarla, en esta última se puede optar entre dos herramientas: una Convención Mixta, que tenga mitad miembros del actual Congreso y mitad electos por la ciudadanía o una Convención Constitucional, que será integrada por el 100% de constituyentes elegidos por el pueblo. Se descuenta la victoria del #YoApruebo por más del 80% y dentro de este esquema ganaría la opción que bancan los sectores populares, la Convención Constitucional.
Es esperanzador que 50 años después de aquella experiencia maravillosa del gobierno de la Unidad Popular y Salvador Allende, que aún admiramos, Chile se haya despertado para terminar con el modelo de exclusión heredado de la última dictadura militar y que las protestas masivas de meses en la calles, lideradas por nuestra hermana CUT, se puedan traducir en el referéndum de octubre en una Asamblea Constituyente que refunde a Chile en un país sin neoliberalismo, sin AFP, con libertad y democracia sindical, con justicia social, redistribución de la riqueza, impuesto a las grandes fortunas.
*Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA Autónoma