Los chalecos amarillos traspasan fronteras / The “yellow vests” cross borders

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La exitosa irrupción de los chalecos amarillos en la protesta social en Francia ha puesto patas para arriba a los analistas del establishment. Trabajadores que se aglutinanen un espacio y sentido común: el descontento con un sistema injusto. La clave no es el aumento del combustible, es el hartazgo de los gobiernos de y para los ricos.

Mucho se ha hablado de quiénes están detrás de los chalecos amarillos como una forma de desprestigiar a un movimiento que ha puesto la voz de alerta mundial contra la tercera oleada neoliberal y el peso cada vez más voraz del capitalismo sobre las espaldas de los trabajadores.

Los últimos tres gobiernos franceses han elegido como política fiscal aumentar las desigualdades. Les han quitado impuestos a los empresarios, a los millonarios, a las grandes fortunas.Como contraparte, han ahogado a los trabajadores, les han quitado derechos y pretenden que la crisis capitalista las paguen los de abajo y no lo de arriba.

El gobiernoconservador y tecnócrata de Emmanuel Macronhabía anunciado una suba en los combustibles que se materializará en enero. En2018 el aumento ya habíaalcanzadoun 23%.Desde la cajita de cristal en la cual gobierna nuevamente demostró el odio que siente por el pueblo.

Para sorpresa del gobierno, los medios de comunicación y las organizaciones sociales, sindicales y políticas de Francia, un movimiento sin referencias ni liderazgos visibles ni estructura organizativa ha puesto patas para arriba las visiones maniqueas de la realidad de los generadores de opinión. La visibilidad del enojo social en tiempo de Revolución 4.0 fue la utilización de esos chalecos amarillos fosforescentes que debe usar obligatoriamente los automovilistas cuando tienen que bajar de su auto en la ruta. Esa visibilidad está hoy dando vueltas al mundo.

Las convocatorias surgieron por whatsApp, twitter y facebook y cuatro semanas después ya concitan el apoyo del 72% de los franceses y su efecto se ha contagiado hacia sus países vecinos Bélgica, Holanda y España. Y promete no detenerse.

Desde su aparición en la vida pública, el sindicalismo combativo, los estudiantes y otros movimientos se ha sumado a las protestas de los chalecos amarillos. La ultraderecha del Frente Nacional de Marine Le Pen ha tratado de cooptar este espacio para llevarlo hacia las aguas podridas del racismo. No lo ha logrado.

El reclamo social excedió el tema de los combustibles. Se exige ahora por una “asamblea de ciudadanos”, una especie de constituyente social, que debata el rumbo socio-económico del país. La pregunta es clara, ¿cómo es posible que Francia haya sido en 2017 el quinto país productor de riquezas en el mundo en tanto que el desempleo y el trabajo precario crecen?

Las demandas sociales también se hicieron visibles ante la sordera de Macron, el pedido de dimisión al presidente resonó en las manifestaciones de este sábado 8 en toda Francia.

– Aumento del salario mínimo a 1.800 euros mensuales con repercusión sobre el conjunto de los salarios, pero también de las pensiones y mínimos sociales.

– IVA del 5,5% para los productos de primera necesidad, particularmente el gas y la electricidad.

– Un sistema tributario progresivo, que tenga en cuenta los ingresos

– El restablecimiento del impuesto a la riqueza que fue quitado por Macron, pero también por sus predecesoresSarcozy y Hollande.

El pueblo logró una primera victoria, que Macron, al que llaman “presidente de los ricos”, haya tenido que quitar la medida de la suba del combustible y garantizar que tampoco habrá aumento en el 2019. La precisión de este apodo reside en el cambioal impuesto que otorgó a las grandes fortunas que le perdonó a los millonarios seis mil millones de euros.

La central obrera más grande y representativa de Francia, la CGT, sumó su estructura a las marchas y demandas de los chalecos amarillos. Denunció que el país que proponen Macron y sus poderosos aliados es “una sociedad sin perspectivaspara los que producen la riqueza mediante el trabajo. Ni a la juventud ni a los jubilados ni los trabajadores tienen futuro.El gobierno juega con fuego, banalizando las reivindicaciones e ignorando a las organizaciones sindicales”.

“Los trabajadores activos, jubilados, los ciudadanos experimentan una cólera legítima para tener los medios para vivir dignamente, para más justicia social. Esta cólera incluye a la CGT. En este período de claroscuros donde los monstruos pueden emerger, la CGT llama a los ciudadanos a que su cólera no sea desviada por los que destilan ideas xenófobas, racistas y homófobas. Es que es solo juntos que podremos influir en la política del presidente de los ricos”.

Quisieron demonizar un reclamo social y lo internacionalizaron. Quisieron minimizarlo y circunscribirlo a un reclamo sectorial y ahora piden justicia social, distribución de la riqueza y el fin del modelo conservador francés. El mundo acaba de descubrir que el país de la igualdad y la fraternidad hay desigualdad y bronca.

La historia rebelde de Francia no está enterrada. La Comuna de Paris, La Revolución Francesa, las revueltas obreras, el Mayo del 68 volvieron a la memoria colectiva vestidas con una chaleco amarillo.

*Por Adolfo Aguirre, Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA Autónoma.


The successful incursion of the yellow vest social protest in France has put upside down the analysts from the establishment. Workers that come together in a space and common sense: they are instatisfied with an unfair system. The key of this movement is not just the raise of the fuel price, is the exhaustion of the governments that rule for the rich.

A lot had been talked about who are the people behind the yellow vests as a way of discredit a movement that had put their voice as global alert against the third neoliberal wave and the increasing weight of an insatiable capitalism that falls off the backs of the workers.

The last three French governments have chosen as fiscal policy the raise of the inequality. They have reduced taxes for the businessmen, the millionaires and the great fortunes. In the other side, they have strangled the workers, they cut rights and they pretended that the capitalist crisis should be paid by those at the bottom and not by the top ones.

The conservative and technocratic government of Emmanuel Macron has announced a raise in the fuel price for January. During this year, the raise had already reached 23%. From the high tower where Macron rule far away from the people, he shows the hate that he feels for the poor.

For the surprise of the government, the mass media and the social, union and political organizations of France, a movement without references or visible leaderships or organizational structure have put upside down the manichean vision of the reality reproduced by the media. The visibility of the social anger in times of Revolution 4.0 was the utilization of those yellow vests which the drivers are forced to use obligatorily when they have to get out of their cars in the route. That visibility is going around the world today.

The call for a demonstration in the streets appeared by WhatsApp, Twitter and Facebook and four weeks later this movement already has the support of 72% of the population and its effect has spread to neighboring countries as Belgium, Holland and Spain. This wave does not appear to stop in the short term.

Since its apparition in the public life, the combative trade union, students and other movements supported the yellow vest protests. The extreme right wing of the National Front of Marine Le Pen tried to co-opt this space and drive it to the rotten waters of racism. They didn’t make it.

The social claim exceeded the fuel problem. It’s now demanding for a “citizen’s assembly”, a kind of social constituent power that takes the debate about the socio-economic model of the country. The question is clear ¿how is possible that France had been in 2017 the fifth wealth producer in the world while the unemployment and the outsourcing grew?

The social demands also became clear and visible despite Macron’s deafness. The demission request to the president was one of them and sound in the protests of this Saturday 8 in whole France.

— Raise of the minimum wage to 1.800 monthly Euros with impact on the whole salaries, but also the pensions and social minimum.

— VAT of 5,5% to the first need products, particularly gas and electricity.

— A progressive tax system, which have in mind people incomes.

— Restore of the rich tax which was removed by Macron, but also by his predecessors Sarcozy y Hollande

This movement had achieved his first victory as Macron, who they call the “president of the rich”, was forced to back off on the fuel price raise and ensure that there will be no increase in 2019. The accuracy of this nickname resides in the change to the tax that he granted to millionaires, forgiving them a fortune of six billion euros.

The largest central union in France, the CGT, supported the protests and demands of the yellow vest movement. They denounced that the country proposed by Macron and his powerful friends is “a society without perspective for those who produce the wealth with their work. Youth and retired workers have no future here. The government plays with fire, trivializing the demands and ignoring the trade union organizations”.

“The actives and retired workers and all the citizens feel a legitimate anger when they ask for the means to live with dignity and for more social justice. This anger includes the CGT. In this dark period where extremist ideas can emerge, the CGT calls the citizens not to let their anger be diverted by those who claim xenophobic, racist and homophobic ideas. The only way to influence in the policy of the president of the rich is to join and be together”.

They tried to criminalize and underestimate a social claim and they globalize it. They wanted to minimize and limit it to a sectorial claim but now they ask for social justice, wealth distribution and the end of the conservative french model. The world had just discovered that in the country of the equality and fraternity inequality and anger is the rule.

The rebel history of France is not ended. The Paris Commune, the French Revolution, the worker riots, the 68’ May now came back to the collective memory dressed with a yellow vest.

*By Adolfo Aguirre, Secretary of International Relations of the CTA Autónoma

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