Cambio climático

Ha pasado casi un año desde que los resultados de las negociaciones de cambio climático en Cancún se impusieran con la sola objeción de Bolivia. Ha llegado la hora de hacer un balance y ver donde estamos.

Ha pasado casi un año desde que los resultados de las negociaciones de cambio climático en Cancún se impusieran con la sola objeción de Bolivia. Ha llegado la hora de hacer un balance y ver donde estamos.

En Cancún los países desarrollados listaron sus promesas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el periodo 2012-2020. Estados Unidos y Canadá dijeron que iban a reducir sus emisiones en un 3% tomando en cuenta los niveles de 1990. La Unión Europea entre un 20% y un 30%. Japón un 25%. Rusia entre un 15% y un 25%. Sumando todas las promesas la reducción de los países desarrollados la reducción de emisiones hasta el 2020 sería de un 13% a un 17% tomando como referencia sus emisiones de 1990.

Estas “promesas” de reducción de emisiones según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Instituto Medioambiental de Estocolmo y la propia Secretaria Ejecutiva de la Convención de Cambio Climático nos llevan a un incremento de la temperatura de alrededor de 4º C o más. Es decir dos veces el objetivo que ellos establecieron en Cancún y que es limitar el incremento de la temperatura a solo 2º C.

Con un incremento de 2º C se incrementará a millones la cifra de 350.000 muertes por año que ya se produjeron el 2009 por desastres debidos al cambio climático; entre un 20% y un 30% de las diferentes especies de plantas y animales desaparecerán; muchas zonas costeras e incluso estados insulares quedaran bajo el océano; y los glaciares de los Andes -que ya han perdido un tercio de su nieve con un incremento actual de la temperatura de 0,8º C- podrán desaparecer definitivamente. ¿Ahora se imaginan lo que significa un incremento promedio a nivel mundial de la temperatura de 4º C o mas?

Nadie en las negociaciones de cambio climático defiende o justifica un incremento de tal magnitud. Sin embargo, Cancún abrió el camino para ello. Cuando Bolivia se opuso a este resultado los negociadores nos dijeron que lo importante era salvar el proceso de negociación diplomática y que en Durban salvarían el clima. Ahora estamos a días de que empiece Durban y resulta que las cifras no se han movido ni un milímetro hacia arriba. Peor aun, algunos anuncian que podrían quedarse con el rango mas bajo de su promesa de reducción de emisiones.

Lamentablemente durante todo el año 2011 las negociaciones de cambio climático realizadas en Tailandia, Alemania y Panamá se han centrado en la forma mas que en el contenido. Lo que se está negociando no es como subir las promesas de reducción de emisiones sino en como se las formaliza.

El “acuerdo” de Cancún es pasar de un régimen obligatorio y con metas globales de reducción de emisiones a un régimen voluntario y sin metas globales de reducción de emisiones. Es como si uno diría a los habitantes de un pueblito que puede ser arrasado por una inundación: “¡traigan las piedras que puedan y veremos cuan alto construimos una represa!” cuando en realidad lo que corresponde es definir primero la altura de la represa para contener el río que se avecina, y en función a ello asignarle a cada familia la cantidad de piedras que debe traer para que la represa salve a todo el pueblo.

En Durban se discuten dos caminos para formalizar este “régimen voluntario de dejar hacer, dejar pasar”: uno es acabar en Durban con el Protocolo de Kyoto y listar las promesas de reducción de emisiones “que cada uno quiera” en una decisión de la COP 17. El otro camino es hacer lo mismo vaciando de contenido del Protocolo de Kyoto. En ambos casos el acuerdo es deshacerse definitivamente del Protocolo de Kyoto antes del 2020.

Para entender mejor este segundo camino, actualmente el Protocolo de Kyoto fija una meta global de 5,2 % de reducción de emisiones para el periodo 2007-2012. Lo que debería hacerse, para limitar el incremento de la temperatura a los 2º C que ellos han fijado, es reducir entre 25% y 40% las emisiones para el periodo 2013-2020 según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas. Sin embargo, lo que quieren hacer es simplemente listar las “promesas de reducción voluntarias” sin hacer referencia a ninguna meta global que guarde relación con un determinado incremento de la temperatura.

Quienes abogan por mantener el protocolo de Kyoto como un cascaron vacío son los países que tienen miedo a una reacción de su opinión publica: “Al menos hay que dar la ilusión de que el Protocolo de Kyoto continua para tranquilizar a nuestros electores”. Pero la otra razón que les lleva a continuar con un Protocolo de Kyoto vacío en reducción de emisiones son sus mecanismos de mercado de carbono que están colapsando.

El Protocolo de Kyoto tiene muchas debilidades, pero convertirlo en un cascaron vacío o hacerlo desaparecer en Durban es un suicidio. La única alternativa responsable con la vida es preservar el Protocolo de Kyoto con una meta de reducción de emisiones que no lleve a incendiar el planeta.

(Pablo Solón: 17.11.2011. http://alainet.org/active/50941)

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