¿Qué nos deja la visita de Obama? Por Adolfo «Fito» Aguirre.
La visita del presidente de Estados Unidos Barack Obama a la Argentina deja mucha tela para cortar, tanto por el impacto simbólico como por los compromisos en los que entraría Argentina a partir de un retorno a relaciones carnales con ese país del norte. Sugiero enfocarse en lo segundo, ya que respecto al simbolismo de la visita en coincidencia con el 24 de marzo, ya hemos expresado nuestro rechazo contundente a la presencia durante estas fechas tan importantes para nuestro pueblo.
Aunque pasó relativamente desapercibido en la agenda mediática, Obama vino a la Argentina con más de 400 empresarios de diferentes rubros y una agenda comercial clara: insertar a nuestro país dentro del espacio económico norteamericano y fomentar nuestra participación dentro del Tratado del Transpacífico (TPP). Esta intención es parte de la agenda del gobierno de Macri desde la campaña electoral, cuando se planteó un desprecio hacia el Mercosur y la intención de sumarse a la Alianza del Pacífico que integran Colombia, Perú, Chile, Costa Rica y México, y que constituye algo así como el capítulo local del TPP. Si bien la canciller Malcorra expresó en diversas oportunidades que el Mercosur es un pilar de la política macrista, la orientación hacia tratados amplios y de mayor liberalización del comercio es clara.
La agenda del libre comercio no es sólo problemática para nuestros países, sino también para los trabajadores de los países desarrollados. El mejor ejemplo de estos acuerdos es el NAFTA, acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá firmado hace ya 20 años y que sirve como maqueta de todos los demás acuerdos que están siendo firmados. El NAFTA no sólo destruyó la autonomía económica de México, además de generar un proceso migratorio a partir de la dislocación de campesinos y de la precarización laboral de los nuevos empleos creados; sino también fue negativo para los trabajadores estadounidenses, en especial de sectores industriales. Se estima que el NAFTA implicó una pérdida de más de 700,000 empleos industriales en EEUU, dejando a muchos de esos trabajadores sin alternativas laborales en otros sectores. El Acuerdo del Transpacífico no sólo expondría a nuestros países a una mayor asimetría y desigualdad en las relaciones político-económicas, sino que inclusive reforzaría el proceso de desigualdad social al interior de Estados Unidos. En pocas palabras, no beneficia ya países, sino a corporaciones económicas, las principales impulsoras—y lobbistas—de estos tratados.
Estados Unidos es en la actualidad el 3er mercado para las exportaciones de Argentina, donde se dirigen casi el 6% de las exportaciones totales. Lidera ese ranking Brasil (donde van el 20% de nuestros productos), seguido por China con el 6,5%. En cuanto a las importaciones, Estados Unidos mantiene su posición, pero con un porcentaje ampliado de participación siendo el 15% de las importaciones argentinas de ese origen. Brasil con el 21,8% y China con el 16% de las importaciones se constituyen como principales.
El viaje de Obama y su énfasis comercial apunta, entre otras cuestiones, a cambiar la naturaleza de la relación e incrementar la significación de Estados Unidos como socio comercial, en especial mirando la presencia China de la última década, que creció exponencialmente. No es casualidad que la semana previa a la visita de Obama se generan tensiones con China a partir de dos hechos relevantes: el anuncio del gobierno argentino de querer renegociar los términos de los acuerdos para la construcción de represas en Santa Cruz; y el hundimiento del buque pesquero que actuaba en aguas argentinas de manera ilegal. Este último hecho tiene todas las fichas de generar tensiones en la relación, en especial a partir del pedido de explicaciones de la cancillería china respecto a la decisión. Ninguno de los dos hechos van a romper la relación con el gigante asiático, pero sí tienen que ser entendidos como señales del gobierno argentino en el contexto de la mayor presencia norteamericana en el país.
Argentina está nuevamente resolviendo encrucijadas importantes hacia el lado de la apertura económica, como si ésta fuera la única solución posible. Las relaciones con Estados Unidos son deficitarias en lo comercial. No se entiende cómo estos acuerdos comerciales y de inversiones revertirían ese déficit. El camino trazado en la década previa de integración regional, de refuerzo de la autonomía sudamericana en relación a los grandes bloques económicos fue incompleto y contradictorio. No significa que no sea ese el camino necesario. Mayor integración, coordinación entre nuestros países y solidaridad real son decisiones necesarias para poder confrontar y posicionarnos de una manera autónoma frente a grandes potencias que sólo refuerzan la asimetría de relaciones entre países y al interior de éstos, donde las grandes corporaciones traman acuerdo a costas de los pueblos.