La importancia geopolítica de este mineral que puede cambiar la matriz energética mundial quedó demostrada con el golpe de estado en Bolivia. El presidente Evo Morales denunció que el litio fue la causa de su derrocamiento. ¿Cuáles son las perspectivas de la industrialización del litio para la Argentina?
“Como Estados Unidos quedó fuera, ahí empezó el problema», dijo Evo Morales tras ser derrocado el 10 de noviembre de 2019 en un golpe combinado entre policías, militares, grupos civiles y el imperialismo. Esta declaración puso sobre el tapete la importancia geopolítica mundial del litio, sobre todo en la disputa comercial entre EEUU y China.
¿Y por qué esto le importa a la Argentina? Porque según el “Informe Litio en Argentina” del Banco Interamericano de Desarrollo y del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología nacional: Argentina tiene el potencial para convertirse en el principal productor mundial de carbonato de litio. Así están distribuidas sus reservas: Salta (41%), Jujuy (37%), Catamarca (22%). Recordemos que el llamado “oro blanco” se concentra en el “Triángulo del Litio”, ubicado entre las fronteras de Argentina, Bolivia y Chile, y que concentra el 85% de las reservas de ese metal.
Potenciales globales como China, Estados Unidos, Japón, Canadá y Francia han puesto sus ojos en nuestro norte. La Secretaría de Minería estima en 2.000 millones de dólares los proyectos de inversión en el litio argentino.
Dos problemas surgen aquí.
Primero, la necesidad de que estos proyectos sean sostenibles tanto ambiental como socialmente: es decir, contemplen la protección del ambiente y los derechos humanos y laborales, ya que la utilización del agua para la extracción del litio afecta a las comunidades, a la flora y fauna, y a la cría de animales. Existen proyectos sustentables elaborados por científicos, universidades nacionales y el Conicet que deben ser adoptados y apoyados.
Segundo, las cadenas de valor. Hoy Argentina exporta carbonato de litio y cloruro de litio. Pero de ambos no se industrializa nada. Como en la vieja división del trabajo del mundo, los países desarrollados son los que ganan con el valor agregado a los productos que se llevan de nuestros suelos y a nosotros nos queda las migajas.
Lo explica muy bien el científico y académico de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Walter Legnani, quien afirma: «Estamos siendo los sojeros del litio». Esta autoridad en la materia, además, es parte de «Autoconvocados por el Litio», espacio que pelea por la necesidad del valor agregado a este metal para que la Argentina alcance un desarrollo autónomo.
Legnani aporta otro dato impactante: «Extraemos carbonato de litio a10.000 dólares la tonelada. Eso podría multiplicarse por 8 si se producen las baterías». Para el año 2022, la Argentina podría quintuplicar la producción anual y llegar a las 200 mil toneladas anuales.
Asimismo, un informe de la prestigiosa Universidad Nacional de La Plata (UNLP) indica que “bajo la legislación vigente, la exploración, extracción y comercialización está casi absolutamente en manos de privados transnacionales sin tener el Estado Nacional ningún tipo de política o participación en la cadena de valor de algún derivado del litio”.
Isidoro Schalamuk, director del Instituto de Recursos Minerales (INREMI- UNLP- CIC) sostiene: “El litio pertenece a la primera categoría en el Código de Minería, Ley 1919. Esto significa que los exploradores y explotadores de un salar pueden solicitar los derechos a explorar y explotar los recursos, pero no son dueños de los terrenos; tienen el derecho de explotar pagando una regalía o canon a la provincia en que se encuentra el depósito y una tasa a los dueños de los terrenos. Normalmente se acuerda con las poblaciones originarias”.
La obscena entrega que el gobierno neoliberal de Mauricio Macri hizo de nuestro patrimonio y soberanía, más el endeudamiento insultante para beneficiar a los amigos del poder y fugar dinero del país, obligan al gobierno de Alberto Fernández a avanzar en un proyecto soberano, autónomo, industrializador del país para terminar con el hambre y la desigualdad.
El desafío para la Argentina, pero también para el Triángulo del Litio, es no ser un simple proveedor de la materia prima, urge darle valor agregado desarrollado en nuestro país. Además de que aumentaría de manera sustancial los ingresos, generaría miles y miles de nuevo y genuinos puestos de trabajo.
En ese sentido, el modelo desarrollado en el Estado Plurinacional de Bolivia, mediante leyes y normativas que consideran al litio como un recurso estratégico, es un modelo a seguir por Argentina. La Bolivia de Evo Morales en cuanto a la defensa de los recursos naturales es un modelo a seguir.
Desde la CTA-Autónoma y la Coordinadora Nacional de Trabajadores y Trabajadores de la Industria (CNTI) creemos que hay que sumarse a las alianzas globales de trabajadores del sector, como por ejemplo con la federación sindical mundial (IndustriALL) que representa a más de 50 millones en 140 países, que trabajan en las cadenas de suministro en los sectores de minería, energía y manufactura a nivel mundial.
Hay que iniciar una campaña de propuestas para adoptar un nuevo marco normativo que declare el litio como recurso estratégico; que esté en manos del Estado; que añada valor agregado y trabajo de calidad; que se una con la academia, comunidades locales y la industria.
No dudamos que la Argentina puede producir baterías y autos eléctricos. En otras etapas de la Argentina, hemos desarrollado las tecnologías más avanzadas de toda la región, como en el sector energético u automotriz. Tenemos los recursos humanos y la materia prima para lograrlo.
Es un desafío que puede brindarle a la Argentina un salto de cualitativo para su desarrollo.
*Por Adolfo Fito Aguirre, Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA-Autónoma.