A 10 años del No al Alca seguimos luchando,
por Fito Aguirre
Año 2015, una nueva Cumbre de las Américas que esta vez fue celebrada en Panamá, y que será recordada con la foto del apretón de manos entre Obama y Raúl Castro, y por el conflicto ocasionado por la injerencia estadounidense en los asuntos internos de Venezuela.
Han pasado diez años de aquella histórica Cumbre que tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata en 2005, en donde el movimiento sindical latinoamericano y caribeño junto a otras movimientos sociales y políticos, y la Alianza Social Continental confluimos para decirle NO al ALCA. Recuerdo el rol activo que tuvo en la resistencia al ALCA nuestra Central y fundamentalmente nuestro compañero Victor De Gennaro quien lideró esa resistencia junto a otros importantes dirigentes. El ALCA suponía una asociación para fomentar el libre comercio de norte a sur de América, y un intento de la gran potencia estadounidense de fijar las reglas del juego económico en nuestros paises. La firme posición de gobiernos como Argentina, Brasil, Venezuela, Paraguay y Uruguay sumado a la presión popular pudo poner freno a lo que hubiera sido un modelo neoliberal para regir los intercambios comerciales entre los países de la región. En ese momento le dijimos NO al ALCA, NO a Bush, y como bien dijo Chávez “ALCA, ¡al carajo!”
El movimiento sindical fue sin duda uno de los grandes actores en poner este freno, que marcó una importante resistencia a la injerencia de una gran potencia en la vida de nuestros pueblos y en las relaciones de nuestros países.
Luego de este movimiento general de NO al ALCA los países latinoamericanos han avanzado en la constitución de otras instancias que le permitieron fortalecerse como bloque para poder obtener una mayor integración regional. La UNASUR, el ALBA, la CELAC son ejemplo de ello, las cuales han logrado a su vez desplazar la preeminencia de la OEA en los asuntos americanos.
Sin embargo la lucha no está ganada aún. Estas instancias si bien han avanzado en generar distintos mecanismos de diálogo y de acuerdo y han arribado a pronunciarse sobre los conflictos y amenazas que se ciernen sobre nuestros países, terminan siendo tibias o faltas de medidas concretas en el sentido de una mayor integración regional que permita conformar a la región en un verdadero bloque lo suficientemente fuerte a nivel interno como a nivel externo. Este bloque debería tener como meta implantar un modelo de desarrollo que integre la dimensión social y sea ambientalmente sustentable, como lo proponemos desde el movimiento sindical a través de la Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA), para lograr que se termine con la lógica de primarización y de dependencia financiera de nuestras economías.
Por otro lado, las firmas unilaterales de algunos países de Tratados de Libre Comercio de nueva generación, como es el caso del Acuerdo de comercio de servicios (TISA por sus siglas en inglés), que son discutidos a puertas cerradas sin el conocimiento del pueblo, son otras de las formas de la sumisión que no podrían y no deben ser aceptadas. Este tratado impulsado por Estados Unidos que empezó a tratarse en 2012 ya contó con la adhesión de la Unión Europea y entre otros países Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá, Paraguay, Perú y recientemente nos enteramos que también Uruguay ha firmado este tratado de manera totalmente secreta. Estos tratados de los cuales no se conocen aún sus detalles, que se proponen avanzar en la liberalización y desregulación de los mercados, y tendrán un importante impacto en servicios tan elementales como el transporte, la salud, la distribución del agua y el suministro de energía entre otros, amenazarán claramente la regulación por parte del Estado con el riesgo de que estos servicios queden completamente sumisos a las leyes de mercado y de competencia, para abaratar costos y multiplicar ganancias, desdeñando cualquier perjuicio ocasionado a todos nosotros, los trabajadores.
Asimismo los acuerdos bilaterales que algunos de nuestros países han firmado, con grandes potencias mundiales como China, como es el caso argentino que acordó la apertura a grandes inversiones chinas, pueden redundar tanto en la pérdida de autonomía económica como en la consolidación de modelos de primarización de nuestras economías, materializando un estancamiento en las perspectivas de desarrollo económico y consolidando la ya sufrida posición de dependencia económica y de asimetría comercial.
Esto a la vez que pone en peligro la independencia económica de cada uno de nuestros países, socava la integración latinoamericana, y deja aún más lejos la verdadera determinación por parte de los pueblos de las reglas de juego económicas y financieras que tendrán un contundente impacto en la vida de todos.
Es por ello preciso, que el recuerdo del poder que ejerció el pueblo latinoamericano unido en contra de los intentos de las fuerzas dominantes por imponer modelos neoliberales que hubieran sumido en la miseria a gran parte de los trabajadores, y que fue expresado en el No al ALCA, sea tomado hoy como impulso y como ejemplo de lo que puede hacer la unión de los pueblos para ponerle coto a la dependencia, y para continuar luchando contra toda injerencia económica y política en los países de nuestra región.