Lo afirmó Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT) de Colombia, a propósito de su nombramiento en la Comisión Asesora para la Paz.
Escuela Nacional Sindical
Once colombianos, en representación de diferentes fuerzas políticas, económicas y sociales, integran desde la semana pasada la llamada Comisión Asesora de Paz, creada por el presidente Juan Manuel Santos con el propósito de escuchar y recoger las diferentes percepciones de la sociedad sobre el proceso de paz, y hacer de éste un propósito nacional.
Es pues una comisión asesora, no reemplaza al Consejo Nacional de Paz. Está integrada por personas independientes, algunas incluso críticas del Gobierno. Una de ellas es un sindicalista: Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo, CGT, quien al igual que los demás miembros de la comisión estará permanentemente informado sobre la evolución de los temas y las discusiones que se desarrollan en La Habana, con el objetivo de retroalimentar el proceso con sus observaciones, consejos y sugerencias.
La presencia de Gómez en esta comisión es importante en la medida en que el sindicalismo se constituye en impulsor de una paz construida con las y los trabajadores, con garantías democráticas y en condiciones de trabajo decente y con pleno ejercicio de las libertades sindicales.
Otros miembros de esta comisión son, entre otros, el ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus, la presidenta del Polo Democrático Clara López, el expresidente Andrés Pastrana, la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez, el cardenal Rubén Salazar, el presidente de Bancolombia Carlos Raúl Yepes, el ex ministro de Defensa Rafael Samudio Molina, la exguerrillera del desmovilizado M-19 y ex senadora Vera Grabe.
En la siguiente entrevista Julio Roberto Gómez se refiere al proceso de paz, a la naturaleza de la Comisión Asesora para la que fue nombrado, y al papel que tendrá en ella.
Para empezar, díganos cuál es el pensamiento, el enfoque que usted tiene sobre el proceso de paz, y sobre la paz en sí.
Mi enfoque como sindicalista y presidente de la CGT, es que a este proceso hay que colocarle elementos que nos ayuden a convertir la paz en una realidad, es decir, una paz emanada de la justicia social. Es imposible hablar de una paz real si no combatimos la pobreza y la exclusión social, si no hay una política clara en materia de empleo, si no hacemos lo necesario para acabar con la tercerización laboral. Alguien dirá: si es así, nunca va a haber paz. No se trata de eso, sino de colocar el ingrediente social. Porque la paz no es solo el silencio de los fusiles, ese es apenas uno de los puntos. El elemento justicia social es fundamental. Yo me pregunto: a las gentes de las comunas de Medellín, a las comunidades excluidas del Chocó, a los habitantes de Buenaventura, a la gente que vive en los cinturones de miseria de Bogotá, o a quienes viven en la marginalidad en el Distrito de Aguablanca en Cali, es decir, a quienes están en la pobreza extrema, ¿qué tanto les interesa la paz? A esas comunidades lo que les interesa es que empiecen los procesos para resolver las enormes desigualdades sociales que tenemos. La paz no puede ser gratuita, o ser simplemente la firma de un acuerdo entre las FARC y el Gobierno en La Habana, o en el lugar que sea.
En ese contexto, ¿con qué expectativas recibe su nombramiento en la Comisión Asesora para la Paz?
Recibimos con beneplácito este nombramiento, este acto de generosidad del Presidente de la República. Procuraremos cumplir el mejor papel y emplearnos a fondo para que la voz de los trabajadores sea escuchada. Esto bajo el entendido de que si bien la CGT ha venido acompañando el proceso de paz, también hemos sido bastante críticos en torno al desarrollo del mismo; con criterio y sentido de país hemos planteado algunas observaciones. Ya los miembros de la Comisión realizamos el pasado lunes la primera reunión en un ambiente sin tensiones, tranquilo. Tuvimos la oportunidad de expresar algunos criterios respecto de cómo vemos nosotros el proceso de paz.
De sus palabras se infiere que va a mantener su independencia.
Naturalmente que sí. La virtud que tiene esta comisión es que es variopinta, tanto que hay hasta un sindicalista. Pienso incluso que, en la tarea de despolarizar el país, sería muy importante la representación del Centro Democrático, que sería bienvenida en la Comisión. Porque de lo que se trata es de enviar mensajes alentadores, para que se tengan en cuenta los diferentes aportes de la sociedad colombiana y el proceso de paz se vea cada vez más enriquecido.
Sin embargo, en un comunicado las FARC dijeron que a esta Comisión le falta pueblo, que no tiene representación de los sectores populares y las nuevas fuerzas políticas. Que es elitista, en suma. ¿Qué dice a eso?
Digo que yo nunca he pertenecido a la elite, y jamás he protestado porque en otros escenarios estén mis colegas. Digo también que en la CGT, que yo represento en la Comisión, hay organizaciones del sector público y privado, de campesinos, pueblos indígenas, raizales, comunidades negras, organizaciones de lucha por la tierra… Pero creo que no es bueno que se use el recurso de la descalificación. Simplemente asumo con humildad esta responsabilidad histórica y esteré presto a brindar mi modesto aporte, y para ello me asesoraré de los equipos técnicos que tenemos en la CGT. Nos emplearemos a fondo para que algún día poder acompañar el proceso de fin de la guerra con las FARC, y esperamos que también con el ELN haya una mesa de negociación, y con las demás organizaciones al margen de la ley. Es decir, necesitamos una paz integral para que Colombia se catapulte como el país más desarrollado de la región.
¿Es preciso decir que en esta comisión Julio Roberto Gómez está representando al movimiento sindical?
Creo que sería demasiado pretencioso plantear que yo represento al movimiento sindical en su totalidad, no pretendo arrogarme esa representación. Pero sí represento la voz de lo social en la Comisión Asesora. Seguramente habrá quienes se disgusten por mi presencia y mi papel allí. A ellos hay que decirles que tranquilos, que se serenen, que yo no pretendo representar a quien no se sienta representado.
¿Qué papel debe jugar el movimiento sindical en la construcción de la paz?
Yo creo que ya está jugando un papel, en la medida en que ha venido organizando a los trabajadores y a las comunidades, y reivindicando sus derechos; ha venido avanzando en el planteamiento de la justicia social y la solución de los problemas de la comunidad. En esa medida el movimiento sindical ha hecho una contribución grande a la paz. Independientemente de nuestras contradicciones internas, y más allá de los momentos conflictivos que a veces tenemos, somos un todo. Lo cierto es que el movimiento sindical ha estado comprometido con la paz en este país.
¿Qué lugar cree que debe ocupar lo laboral y lo sindical en la agenda del proceso de paz y el posconflicto?
Un proceso de paz se vería seriamente afectado si no hay respuesta a los fenómenos de tercerización laboral, a la imposición de los pactos colectivos que cercenan el derecho a la negociación colectiva, si no hay un marco integral de respeto a la libertad sindical, a la negociación colectiva y al ejercicio de la actividad con garantías, que evite que los trabajadores sean despedidos por el simple hecho de afiliarse a un sindicato. La parte laboral tiene que ver incluso con ese segmento de 12 millones de colombianos pendientes de una reforma social agraria. ¿Cómo se va a responder a las reivindicaciones de los campesinos? Eso tiene que encontrar respuestas. Por eso en el actual proceso de negociación con el sector público y Fecode el gobierno debe dar buenas respuestas. Eso contribuye a aclimatar el proceso de paz en el mundo del trabajo.
Finalmente, ¿cuál es el modus operandi de la Comisión, cómo van a ser las discusiones?
Esto apenas comienza. Aún no hemos definido un calendario de reuniones. Esperamos aclarar ese punto en una nueva reunión, pues solo hemos realizado la primera. Tenemos sí un acuerdo de confidencialidad, que es apenas obvio. Habrá generalidades sobre las cuales nos podemos pronunciar, pero debemos tener sumo cuidado para evitar afectar el normal desarrollo de las conversaciones en La Habana.
Publicado 24 de marzo de 2015.
Fuente: Escuela Nacional Sindical – Agencia de Información Laboral