El representante del pueblo Saharaui, Salem Bachir, visitó nuestra Central y en reunión con Adolfo Aguirre, Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA, y con Bruno Dobrusin, asesor de esa Secretaría, Salem expresó su continua preocupación sobre la actual situación de su pueblo.
La charla con Salem fue sobre la situación en los territorios en la actualidad , donde lo más relevante es la radicalización de una parte de la juventud que está empujando para un retorno a la lucha armada contra la ocupación Marroquí.
Esto se da en el contexto del debate sobre la renovación de la Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental (MINURSO), el próximo mes de abril.
Ademas, se coordinó una actividad para este martes 3 de marzo a las 17 horas en la CTA Nacional (Lima 609 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
La Actividad consiste en la exposición de»Raíces y Clamor», un corto documental que trata la situación de los estudiantes saharauis en España. Sus vivencias, sus sueños y su resistencia. A cargo de José Antonio Jiménez de las Heras, Vice-decano de Estudiantes en la Universidad Complutense de Madrid.
La actividad, abierta a todo el público, contará con la presencia de Salem Bachir, y luego se abrirá una mesa para debatir y conocer más sobre el pueblo de Saharaui.
Origenes del Conflicto
El conflicto de Saharaui tiene cuatro décadas y comienza con una invasión por parte de Marruecos en el año 1975 cuando la población huyó al territorio Argelino dejando todos sus bienes y viviendo sin absolutamente nada escapando del bombardeo Marruecos que asesinó a Mujeres niños y poblaciones enteras.
El pueblo Saharaui rodeó el millón y medio pero se encuentra diseminado en todo el mundo. Actualmente se encuentran alrededor de doscientos mil refugiados en territorio Argelino en el sur de Argelia. Viven de ayuda humanitaria no tienen recursos y dependen exclusivamente del apoyo internacional para sobrevivir. Posee una única religión que es la musulmana su idioma es el Arabe y un segundo idioma que es el español por su influencia de haber sido una colonia española desde el 1884 que fue liberada por el pueblo saharaui con un movimiento que se llamó frente Polisario en el 1976; y casi en forma inmediata fue invadida por Mauritania y luego de tres años de resistencia se logró el reconocimiento por parte de ese país pero las invasiones por parte de Marruecos continuaron hasta el año de 1991.
En ese mismo año representantes de Sahara se presentaron en Naciones Unidas y se obtuvieron un alto al fuego que permitió a Sahara iniciar una lucha por la independencia. Desde entonces seguimos intentando un referéndum que permita hacer de Sahara un pueblo libre, pero desde el año 1991 hasta la fecha sufrimos represión persecuciones y toda clase de obstáculos para no que se apliquen las recomendaciones de Naciones Unidas.
Si bien Marruecos firmó los acuerdos en Naciones Unidas no hubo por parte de este país ningún intereses no sólo en respetar la decisión del pueblo Saharaui sino tampoco de tomar las recomendaciones sobre los derechos humanos y no hubo ninguna presión por parte del resto de los países integrantes de Naciones Unidas para que Marruecos acepte al pueblo Saharui, como así tampoco por parte de Naciones Unidas existe ninguna comisión que pueda ser veedor de la violación de los derechos humanos que sufre el pueblo de Sahara que son violados sistemáticamente por Marruecos.
Sahara Occidental: el proceso de paz auspiciado por la ONU conoce hoy grandes desafíos y serios peligros
En el Sahara Occidental (ex Sahara Español, última colonia en África, inscrita junto con las Islas Malvinas en la 4° comisión de la ONU como Territorios pendientes de la Descolonización), el pueblo saharaui y su Representante Legítimo reconocido por la ONU, el Frente POLISARIO, optaron por la vía pacífica, por la no violencia y depositaron la plena confianza en la vía diplomática, en la comunidad internacional, en las Naciones Unidos y sus instrumentos, para la aplicación de las resoluciones de la Asamblea General de la NN.UU, del Consejo de Seguridad y demás organismos internacionales, que reconocen al pueblo saharaui su legítimo derecho a la autodeterminación.
En cambio, la monarquía marroquí se burla de la ONU y de la Comunidad Internacional, multiplicando los obstáculos y las maniobras dilatorias para entorpecer tanto el trabajo del Enviado Personal del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sahara Occidental -el Sr. Christopher Ross-, como de la Sra. Kim Bolduc, nueva responsable de la Misión de Paz en el Sahara Occidental -MINURSO-, negándose a recibirles durante 9 meses (desde abril del 2014 a enero del 2015). Y en la misma sintonía, el Reino de Marruecos sigue rechazando al Enviado Especial de la Unión Africana (UA) para el Sahara Occidental, el ex Presidente de la República de Mozambique, Joaquim Chissano.
La intención no confesada de la monarquía marroquí, es la torpedear el proceso de Paz de la ONU o, al menos, posponer de manera indefinida los plazos de su aplicación. Como consecuencia de esta actitud, Marruecos pone en serio peligro la Paz y la estabilidad en toda la Región.
Esta actitud marroquí, que tiene como finalidad poner en tela de juicio la labor minuciosa realizada por los funcionarios de las Naciones Unidas, muchas veces en condiciones difíciles, representa un acto de desprecio a los esfuerzos de la Comunidad Internacional que en este proceso de paz ha invertido considerables medios humanos y financieros.
Actuando de esta manera, Marruecos hace caso omiso a los repetidos llamamientos hechos por el Secretario General en más de un informe, por la Asamblea General de la ONU, el Consejo de Seguridad y demás organismos internacionales, en sus repetidas resoluciones a lo largo de los últimos más de 50 años llamando al respeto de los legítimos derechos del pueblo saharaui a la libre autodeterminación e Independencia.
El Reino de Marruecos, además de sabotear impunemente la legalidad internacional, saquea los recursos naturales de un territorio que no le pertenece -porque, de acuerdo al derecho internacional y a la ONU, está pendiente de descolonización-, mantiene muros militarizados (de más 2.700 km de extensión) que dividen tanto a la tierra como a la población, con millones de minas antipersonas, sembrando muerte y destrucción a diario entre civiles inocentes. Sus fuerzas de seguridad cierran a cal y canto el territorio para la prensa extranjera y los observadores internacionales, mientras cometen todo tipo de atrocidades contra manifestantes saharauis pacíficos y defensores de derechos humanos.
El pueblo saharaui, hoy 27 de febrero de 2015, celebra el 39° aniversario de la proclamación de su Estado: la República Árabe Saharaui Democrática, reconocida por 84 naciones y miembro de la Organización Continental Unión Africana (UA). En este contexto, particularmente los más jóvenes dentro y fuera de los territorios ocupados, en los dos lados del muro de vergüenza, están próximos a la desesperanza por el desamparo de las instancias internacionales y la tibia reacción de la Comunidad Internacional.
Frente a esta situación, tanto el Secretario General como el Consejo de Seguridad no han mostrado, lamentablemente, una firme determinación adoptando medidas para proteger la autoridad de la ONU y la credibilidad de su misión para la pacificación del Sáhara Occidental y para persuadir a la monarquía de Marruecos a fin de cumplir sus compromisos y cooperar con honestidad en la misión de la MINURSO y, así, contribuir en la consolidación de un clima de estabilidad, seguridad y convivencia pacífica en la Región, ya que la persistencia del conflicto prolonga una situación de injusticia para el pueblo saharaui y afecta seriamente a la paz y a la seguridad de la región y del Mundo.
La República Argentina (Gobierno nacional, Provincias, partidos políticos, organizaciones, ciudadanos…), como Nación que sufrió la dolorosa experiencia de la violación sistemática de los derechos más elementales del hombre, está llamada por los saharauis a asumir su responsabilidad y obligación moral, ética y política de condenar las mismas prácticas en el Sahara Occidental denunciadas periódicamente por todos los organismos de derechos humanos internacionales y por los organismos argentinos en la materia.
Llamamos también al Gobierno argentino a expresar su apoyo a la ONU para conseguir la rápida aplicación de sus resoluciones y a sumarse al consenso latinoamericano, reconociendo a la República Saharaui, contribuyendo así a la descolonización y a la paz, en plena sintonía con los principios y valores imbuidos de la propia historia de la República Argentina.