Conversamos con Xesús Ramón González Boán de la Confederación Inter-sindical Gallega sobre las consecuencias de la crisis en y el papel del sindicalismo en Europa.
Relaciones Internacionales y Cooperación de Confederación Inter-sindical Gallega.
¿Como es la situación y las consecuencias de la crisis en Europa?
La situación de deterioro económico y social de la generalidad de la población es un deterioro preocupante; se habla de una tercera crisis lo que indica que aun no salimos del atolladero en el que este modelo neoliberal nos a metido; y se traduce a efectos prácticos, se traduce en perdida permanente y continua de derechos sociales, económicos, y por sobre todo laborales. Se produce con un empobrecimiento general de la población y se retrocede en la perdida de conquista sociales que uno creía que estaban consolidadas, y se demostró que no hay nada consolidado y que hay que pelearlo diariamente. y aun cuando en forma hipotética salgamos de la crisis actual vamos a tardar décadas en recuperar los derechos que hemos perdido. Yo creo que el capitalismo le esta pasando factura o se esta recuperando lo que perdió con la revolución de Octubre. En Europa durante décadas hubo un avance social lo que se conoce como el estado social europeo o el estado de bienestar, todo eso se esta destruyendo de manera acelerada y no solo en un país sino en la generalidad de lo que es Europa; se habla de los “Cinco” España; Italia, Grecia, Irlanda y Portugal, pero es un problema general al igual que en Europa oriental o en la Europa Central, donde se cambian las condiciones de trabajo y existe un retroceso en el poder adquisitivo de la población y esto viene con la intención de quedarse independientemente de que la crisis haya sido la disculpa o la excusa perfecta.
¿Cual fue el rol que ocuparon los estados?
Los Estados son cómplices que adecuan las legislaciones a los intereses de las patronales y o del capital. La gran función de los estados y de la Union europea es modificar, y alterar todo lo que es el aparato legislativo jurídico para legitimar y dar carta de naturaleza permanente a todos estos cambios que se están produciendo; y esto va costar muchísimo tiempo recuperar lo perdido. Un ejemplo es la automotriz Citroen en Vigo España que antes de la crisis empleaba unos 12 mil trabajadores y hoy con unos 8 mil ya presento la intensión de una reducción del 5% de los salarios y mantenerlos congelados hasta el 2019 y suprimir vacaciones. y esta es la tónica general.
¿Cual fue el papel del sindicalismo en Europa y que debería hacer?
Pero también hay que ser muy auto-criticos y en general en movimiento sindical europeo es un movimiento que se ha acomodado, se ha arrimado al estado y a las instituciones y estas le brindaron recursos y un protagonismo que es mas parecido a una cooptación que les ha quitado la capacidad de actuar, frente a los conflictos y una profunda debilidad en lo organizativo, ya que no era necesario ni siquiera buscar nuevos afiliados, y por sobre toda las cosas se ha sacralizado el pacto social y el dialogo social, se ha llevado a una categoría absoluta del Dios supremo del becerro de oro del sindicalismo, solo hay que hablar y sentarse en una mesa. Esta muy bien; todos nos sentamos en una mesa cuando estamos negociando una paritaria, estamos haciendo pacto social estamos negociando, no es estar en contra del pacto social; El problema es cuando el pacto social es la única herramienta que tiene el sindicalismo. y con esa debilidad del sindicalismo cuando te sientas en una mesa ya sabes que vas a tener que ceder porque no tienes capacidad de movilización. El gran problema del sindicalismo en general de Europa que con su actitud legitima lo que esta sucediendo. así y todo por mas contradictorio que parezca, con un sindicalismo debilitado y en exceso dialogista hoy es el mas atacado y esto se da también porque las fuerzas partidarias de izquierda están muy debilitadas y prácticamente no existen en términos de poder real, y la única forma de parar o de hacer contra-poder al avance del neoliberalismo a pesar de sus debilidades es por medio del sindicalismo. Es verdad que esta desmovilizado que se ha plasmado una cultura de la no confrontación pero sí hay una fuerza en potencia que no tienen las estructuras partidarias, porque todavía tiene capacidad de rearmase y de poder confrontar. Yo no se si confundo deseo con realidad o si soy muy optimista frente a un panorama tan desolador pero yo creo que el optimismo y la utopia son inmensamente necesarias y mucho mas en momentos de crisis y mucho mas en momentos en que el mundo que tu has vivido y que creías consolidado era una autentica mentira y esa es la gran lección de lo que esta pasando; en que no hay nada consolidado, que hay que pelear todos los dias no hay que dar nada por seguro y por hecho y que el combate debe ser permanente.
25 años de la caída del Muro de Berlin (Fito Aguirre)
Este 9 de noviembre se cumplen 25 años de la caída del muro de división más simbólico que tuvo la sociedad contemporánea, aquel que dividió físicamente en dos a Berlin durante 38 años. El muro fue muy real para quienes habitaban Berlin, y simbólico para el resto del mundo, dividiendo los dos modelos contrapuestos de capitalismo y comunismo; Estados Unidos y la Unión Soviética.
25 años de la caída del muro no pasaron en vano. Para aquellos que militamos por alternativas al modelo capitalista, la caída del muro y el derrumbe posterior de la Unión Soviética fueron una derrota histórica. Lo sorprendente es que el comunismo fue un movimiento que luchó por el poder en todo el mundo, país tras país, tomando a la URSS como un emblema en esa lucha. Sin embargo, pocos parecieron inmutarse ante la caída del gigante. El ganador de la batalla, Estados Unidos, impuso su ley, la del libre mercado, promoviendo un modelo capitalista neoliberal, profundizando las situaciones de desestructuración social, y atacando al ideal más relevante que tuvo el comunismo: la igualdad. Si hay un dato que nos indica la realidad del mundo en estos 25 años desde la caída del muro, es que más allá de cambios en indicadores sociales, lo que más progreso fue la desigualdad entre países y hacia dentro de los países. El ganador no se detuvo en fronteras, ni siquiera en las propias. Hoy tenemos los mayores niveles de desigualdad de nuestra historia mundial, al punto que hasta los propios organizadores del poder económico se están comenzando a preocupar—al menos retóricamente—de eso.
El discurso de los ganadores a partir de la caída del Muro de Berlin fue dominado por la idea del “fin de la historia”, significando el triunfo de una forma de vida—la capitalista—y el fin de las confrontaciones con sistemas alternativos. Más allá del surgimiento de modelos alternativos y propuestas locales que confrontan con el movimiento capitalista, con los cambios experimentados en China e India en las últimas décadas, hoy el capitalismo está más extendido que nunca antes.
¿Significa esto que ya no tenemos esperanza? Definitivamente no. La esperanza surge de las mismas contradicciones que el sistema produce. Tanto como los sectores anticomunistas supieron usar las contradicciones de la URSS para generar su derrumbe, también quienes creemos que una vida distinta es posible y necesaria, podemos usar los huecos que va dejando el capitalismo para actuar. Uno de ellos es la globalización. Hasta hace pocos años, las empresas multinacionales usaban su capacidad de movimiento para condicionar el rol de las organizaciones colectivas de trabajadores. Lentamente, desde nuestros espacios, hemos comenzado a conectarnos con trabajadores alrededor del mundo, intentando usar la globalización como un elemento emancipador.
Hemos tenido muchas derrotas y algunos triunfos, de los que tenemos que aferrarnos. La lucha contra el ALCA en nuestro continente es uno de ellos. Pero ante todo tenemos que ser creativos para lograr nuevos hitos históricos. Los 25 años de la caída del Muro de Berlín deben ayudarnos a reflexionar sobre lo que ocurrió desde entonces. Pero no olvidemos, que tal como nadie en ese momento esperaba semejante derrota, y ocurrió, tampoco se espera una derrota del modelo capitalista, que puede ocurrir. Un periodista británico llamó a la caída del muro “una explosión accidental de libertad”; quizás nosotros tengamos que pensar las posibles “explosiones accidentales de igualdad” que nos permitan actuar hacia los mundos necesarios.