Resistencia francesa

Por vez primera en más de treinta años, una nueva fuerza política francesa– no sólo a la izquierda de los socialistas sino también sin miedo a afirmarse como alternativa a ellos – ha conseguido resultados de dos cifras en unas elecciones presidenciales.

Por vez primera en más de treinta años, una nueva fuerza política francesa– no sólo a la izquierda de los socialistas sino también sin miedo a afirmarse como alternativa a ellos – ha conseguido resultados de dos cifras en unas elecciones presidenciales: un 11.1%, que se incrementa hasta un 16% en las grandes ciudades. Este logro del Front de Gauche (Frente de Izquierdas) representa el éxito más reciente y contundente de la «otra izquierda» en Europa.

Tras muchos años de fragmentación, el Front de Gauche ha logrado unificar las fuerzas izquierdistas que abogan por una transformación social y medioambiental. Ahora debemos asegurarnos de que Nicolas Sarkozy es expulsado del Elíseo mediante una derrota aplastante en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 6 de mayo. El pueblo francés y el movimiento sindical tendrán mucho que perder si la derecha radicalizada – que va, además, tras los votos de la extrema derecha – monopoliza el poder del Estado. Esta es nuestra primera y urgente misión.

Pero este objetivo a corto plazo no debiera confundirse en modo alguno con un apoyo al candidato del Partido Socialista o su programa. Las políticas de François Hollande están destinadas, con algunas excepciones, a satisfacer los requisitos de los mercados financieros y la regla «de oro» de un presupuesto equilibrado del pacto fiscal europeo, que él se niega a someter a referéndum popular.

El Frente de Izquierdas, creado en 2009, ha movilizado en sus primeras elecciones presidenciales a cerca de cuatro millones de personas. Eso supone casi tres millones más que en las dos elecciones nacionales previas – las europeas de 2009 y las regionales de 2010 – en las que el partido había presentado candidatos. A lo largo de estas elecciones, nuestra agenda ha sido clara. Rechazamos la austeridad en Francia y en Europa todas sus formas (ya se trate de las medidas «duras» de la derecha conservadora o las «blandas» de la socialdemocracia); rechazamos los tratados neoliberales existentes de la UE; exigimos una nueva distribución de la riqueza en favor de los trabajadores y de quienes tienen un empleo inseguro y queremos servicios públicos que sean distintos de los de una sociedad mercantilizada. Queremos hacer uso de la planificación ecológica para salir de la crisis capitalista; un mayor compromiso público en los asuntos de Estado para contrarrestar nuestra democracia oligárquica y un plan de salida de la OTAN y las constricciones atlantistas impuestas a nuestro país.

El Front de Gauche será también un frente popular y luchará incansablemente contra el Front Nationale de extrema derecha, cuyo aumento de popularidad es por supuesto preocupante. Acertamos al tomarlo como blanco, analizando y desafiando sus propuestas lo largo de nuestra campaña. Fuimos los únicos en llevar a cabo esa tarea: sin haber centrado en él nuestra atención, tal vez los resultados habrían sido todavía más alarmantes.

Pero lo que está claro es que ha llegado ya la hora de la resistencia a los mercados financieros. Fue divertido observar esta semana a algunos destacados representantes de la oligarquía financiera –como Mario Monti, primer ministro italiano, y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, por ejemplo – vindicar nuestro análisis de los peligros de las políticas de austeridad. Estas conducen a las economías europeas a una recesión que trae, como las nubes traen tormenta, desempleo y pobreza para los pueblos de Europa. Según Draghi, sería adecuado incluso volver atrás y completar el «pacto fiscal» con un «pacto de crecimiento». Con ello se equipara a las opiniones tanto de Monti como de Hollande. Pero, ¿qué clase de crecimiento sería? ¿Un crecimiento que promueve la flexibilidad de los mercados de trabajo como motor de la «competitividad» de las economías europeas?

El Front de Gauche ofrece una concepción diferente de la economía, la sociedad y la UE. En este contexto, tenemos otra razón imperiosa para desalojar a Sarkozy de su sillón presidencial. Librándonos de él, romperemos el eje «austeritario» simbolizado por la relación Merkel-Sarkozy. Ello nos permitiría finalmente seguir adelante y construir un nuevo equilibrio de poder en Europa, que de verdad desafíe la política de austeridad.

En esta batalla el Front de Gauche tiene, en Francia, las llaves del futuro.

 

(Jean-Luc Mélenchon: 02.05.2012)

Publicado en
Sin categoría