Para unos pocos

Desde la CTA, junto con muchas otras centrales sindicales del mundo, hemos venido acompañando las negociaciones del G-20, manteniendo nuestra autonomía y nuestra mirada crítica.

Desde la CTA, junto con muchas otras centrales sindicales del mundo, hemos venido acompañando las negociaciones del G-20, manteniendo nuestra autonomía y nuestra mirada crítica.

El G-20 continúa dando señales de que no puede escapar de la vía de la salvación de pocos (bancos, finanzas), por medio de políticas de ajuste y de la revitalización de los órganos de financiamiento multilaterales, revividos luego de haber demostrado que sus propuestas fracasaron en los años ’90, lo que quedó plasmado en nuestra región con los programas de ajuste estructural. En resumen, se continúa decidiendo que la crisis la paguen los trabajadores y las trabajadoras.

La postura argentina en el G-20 parece una luz en el camino, al hablar de inversiones en infraestructura, generación de trabajo e inclusión social. Ahora bien, ¿cómo se traduce esto en casa? ¿Qué significa esta postura en la Argentina?

Frente a la iniciativa del gobierno francés de regular los mercados de commodities, propuesta que perdió espacio en Cannes, la Argentina ha salido a defender la desregulación, pues la exportación de productos agropecuarios genera parte importante del PBI nacional. Sin embargo, esos son mercados muy volátiles y no garantizan ingresos a largo plazo, ni una economía sólida; a la vez que el aumento de los precios de los alimentos afecta a escala planetaria a los más vulnerables. Por otra parte, sostener como principal fuente de liquidez a la producción de productos primarios, tiene un enorme impacto ambiental y social, a la vez que es una de las actividades más vulnerables frente al cambio climático. Mientras la Argentina defiende la libertad de colocación de commodities, debería estar preocupándose y colocando el foco en la diversificación económica, con un horizonte de desarrollo sustentable. En ese mismo foro multilateral, al país apoya el desarrollo de infraestructura, pero en este contexto cabe preguntarse: ¿Qué infraestructura? ¿Quién la financiaría? ¿Para qué y para quién? ¿Con empleos de calidad?

Frente a las políticas de ajuste, la Argentina habla de seguridad social y generación de trabajo. Sabemos ya hoy que la inclusión social a través de programas focalizados de ayuda, como existen en toda la región latinoamericana, no garantizan el fin de la pobreza. Se debe apuntar más bien a la consolidación de derechos. En la Argentina e incluso habiendo decretando al año 2011 como el año del empleo decente, aún la mitad de los trabajadores tienen empleos informales, están subcontratados, o tienen relaciones fraudulentas de trabajo. Para reducir y eliminar la brecha, el mejor camino para la inclusión es el de la generación de empleos dignos, formales, con libertad y democracia sindical en el lugar de trabajo. Esto requiere un cambio significativo en el modelo de desarrollo presentado hasta hoy por el gobierno.

Para la Argentina, estar en el G-20 puede no ser despreciable, porque es jugar en el terreno de los grandes, cuando no se es un global player. Es un espacio que existe y en el cual no tenemos grandes expectativas, como central sindical. Habría que rediscutir el papel que ha jugado hasta ahora y los intereses que ha defendido, al consolidar a la Argentina en su papel de exportador de productos primarios.

El papel que nuestro país podría jugar en este foro informal, cuya legitimidad está en cuestión, es el de hacer valer los espacios de integración regional que apuntan a una economía complementaria integrada, con generación de empleos dignos, con infraestructura orientada a los mercados internos, con integración política, social y cultural.

Una forma de llevar la región al G-20 podría ser a través de consultas con la Unasur, a través del recientemente formado Consejo de Ministros de Finanzas, sobre la agenda del G-20, de forma de representar a los intereses de la región. Lo mismo ante CELAC. La integración regional debe ser un eje fundamental de la política externa argentina y un camino que puede garantizar la consolidación de un modelo de desarrollo sustentable, con empleos dignos y justicia social y climática.

 

(Maite Llanos: Tiempo Argentino: 28.02.2012)

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