Treinta y cinco segundos de horror, de asombro y de pánico fueron suficientes para poner a Haití frente a los ojos del mundo. Treinta y cinco segundos que muchos vivieron como una eternidad.
Treinta y cinco segundos de horror, de asombro y de pánico fueron suficientes para poner a Haití frente a los ojos del mundo. Treinta y cinco segundos que muchos vivieron como una eternidad y que a decir verdad hasta hoy permanecen en la memoria de quienes los sufrieron. Todos tienen algo que contar respecto a lo vivido, en las pláticas se cruzan un abanico de historias estremecedoras y alentadoras, sin embargo la tristeza acompañará siempre a cada uno de los narradores y sus relatos de ese día.
Fue una pesadilla, una verdadera tragedia lo que sucedió en Haití ese martes 12 de enero de 2010. Eran poco más de las cinco de la tarde de un día común cuando la tierra rugió como un “goudou goudou”, fue un temblor que se sintió y que se escuchó con ese particular sonido con el que las personas ahora le nombran. Fue un estruendo que removió las entrañas de Haití. Desde ese día, la gente en el exterior conoce este país por las narraciones y los análisis sobre lo que suceden en él. Las noticias, los artículos y los informes se mezclan en los lugares comunes entre historias de pobreza y violencia (que incluso ya se exponían desde antes del temblor). Mucho de lo que se escucha y se lee sobre Haití son desventuras: Haití es el país más pobre de América Latina, es el segundo país más subdesarrollado del mundo, es el país con mayor densidad de habitantes de acuerdo al espacio territorial, la mayoría de los haitianos viven con menos de un dólar al día, no hay suficiente energía eléctrica, hay una epidemia de cólera que ha cobrado la vida de más de seis mil haitianos. También, frecuentemente se mira al país desde el ángulo del exotismo e incluso hasta de la barbarie, resaltando aquellas noticias que causan morbo en los espectadores. Especialmente en lo que se refiere al culto del vudú que suele ser una de las cuestiones más relacionadas con esta tierra. Así, violencia, hambre, superstición entre otras cosas, son los temas que se muestran repetidamente en los medios de comunicación y en los análisis especializados, muchas veces presentados con un dejo de exageración y de fantasía. Son pocos los estudios y debates que mencionan las posibilidades que tiene este país para superar el subdesarrollo.
La ayuda: ventajas y desventajas. Es innegable la solidaridad internacional y la voluntad de cooperar con la nación haitiana después del sismo. Poco más de ciento cincuenta gobiernos y otras organizaciones internacionales se comprometieron en 2010 a prestar ayuda para la recuperación de Haití. De igual forma, se han creado y sumado decenas de asociaciones, fundaciones y organizaciones no gubernamentales para contribuir a esta causa.
En el caso de las ONG’s son organismos que empezaron a surgir en Haití desde el curso de los años setenta, su emergencia coincide con la acentuación de la crisis económica de ese periodo. En adelante el número de estos organismos no gubernamentales se multiplicó. Así, más del 80% de las ONG’s que están activas en Haití vienen del exterior (Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, España, Suiza, entre otros países). Por tanto, estos organismos reciben su financiamiento del extranjero y en la mayoría de los casos sus equipos de colaboradores están conformados por personas que provienen de esos países.
Actualmente, Haití es el país que alberga el mayor número de Organizaciones no Gubernamentales en su territorio, aunque hay poco más de quinientas con un registro oficial, las cifras varían entre 8000 y 10 000. Por otra parte, la Cruz Roja de varios países se ha hecho presente en la isla después del sismo y han arribado a Haití varios equipos. Los médicos de esta organización, los médicos de Medicina sin Fronteras, así como los médicos cubanos son los que se han encargado de gran parte de los servicios relacionados con la salud pública. Así, el territorio haitiano se ha convertido en un espacio de recepción de nuevos habitantes, cuyo número aún no se sabe con exactitud.
Dicho sea de paso Haití es uno de los lugares en donde se encuentra una clase privilegiada viviendo con suficiente comodidad y fortuna en contraste con las condiciones de miseria que padece la mayoría de la población. Basta ver el número de automóviles de lujo que transita por las calles u observar las suntuosas propiedades que se asoman desde las montañas. Y es que la desgracia de ese martes doce ha sido redituable para algunas empresas, para algunos particulares y para algunas ONG’s. No así para el resto de los haitianos.
Haití, caminando sobre la riqueza. La riqueza de Haití no ha desaparecido, la sociedad haitiana no está impávida ante la compleja situación económica y social en la que se ven inmersos. Todos los días, bajo el inmenso sol que quema la cara, que quema el cuerpo y que hace hervir la sangre, el haitiano y la haitiana buscan la manera de vivir y de llevar comida a sus casas. La gente sigue viviendo. Basta ver las calles llenas de marchantes que venden un poco de algo para comprar otro poco de algo. Más allá de toda la problemática que genera el comercio informal, ésta es una muestra del aliento de una población que suda para vivir.
Por otra parte, vale la pena señalar que aquellos 4 millones de haitianos que han migrado para buscar mejores condiciones de vida, la llamada diáspora, genera capital tanto para el país en el que se encuentran trabajando, como para su propia tierra y frecuentemente envían dinero a sus familias, las remesas que forman parte de la economía del país y las cuales muchas veces son el único sustento de una familia en Haití (por lo menos 50% de las familias dependen de las remesas que reciben del exterior). Estos migrados podrían jugar un papel muy importante en el desarrollo de la economía si el Estado y las ONG’s promovieran proyectos concretos a desarrollarse con su colaboración, puede ser en materia de infraestructura, en las actividades económicas locales, en la creación de escuelas y universidades, hospitales o centros turísticos.
Haití es uno de los países que recibe más ayuda mundial. No obstante, a nivel institucional, tanto el gobierno, como aquellas asociaciones no gubernamentales y otros grupos están ante la dificultad de realizar proyectos duraderos y fructíferos en este sitio. Una de las razones principales es la falta de coordinación y cooperación entre ellos. No obstante que la labor de las ONG’s ha sido una de las partes más importantes dentro de la ayuda internacional, sobre todo en cuestiones de urgencia y ayuda alimentaria, su trabajo ha sido en algunos aspectos “desordenado”, en el sentido de que se han hecho muchos trabajos sin llevar a cabo un análisis profundo de las necesidades de cierto sector. Además de las múltiples consultorías y diagnósticos que se quedan en las carpetas sin que los proyectos se pongan en marcha. Es decir, que en algunos casos la labor no ha sido bien orientada o encaminada a sus finalidades específicas por falta de un programa integral, por falta de estrategia, por falta de logística y a veces por falta de interés también.
Claramente las ONG’s tiene un papel muy importante en la situación del devenir del país, sobre todo en cuestiones como la salud, la educación y la agricultura, entonces si se sincronizara la labor de todas las ONG’s y se acompañara el esfuerzo que hacen a través del empleo y colaboración de la sociedad haitiana, los resultados podrían ser más ventajosos para el país. De esta manera, a través de un esfuerzo conjunto, organizado, con una mejor orientación, el trabajo efectuado se reflejaría en las condiciones de vida de los haitianos. Del mismo modo es importante decir que si el Estado haitiano está rodeado de ONG’s, es preciso contribuir y promover la participación conjunta e integral entre ambos para obtener resultados concretos sin que se pierda la autonomía de dichos organismos.
En cuanto a los análisis y reflexiones que se hacen sobre Haití, hasta hoy no ha habido razonamiento capaz de superar la pobreza. No se ha podido conjugar y transmitir, desde el punto de vista de las ideas, el análisis con la sociedad misma. Sin lugar a duda, es necesario recapacitar, someter a un estudio y escribir sobre aquello que pasa en Haití. Pero lo más importante es asociar el trabajo que hacen los ingenieros, los arquitectos, los antropólogos, los sociólogos, los historiadores, los teólogos, los politólogos y todos los demás, con las políticas públicas para que el análisis no se quede en estas líneas, en los artículos y en los debates, pero aun más importante es el hecho de que las observaciones no estén disasociadas de la realidad. Dicho de otra forma, se debe eliminar la separación entre los intelectuales y profesionales con las situaciones concretas del entorno social, así como relacionar los análisis con la práctica.
La vergüenza. El territorio haitiano ha sido testigo de diferentes intervenciones extranjeras. Una de las más memorables es aquella que duró diecinueve años cuando en 1915 el gobierno de Estados Unidos envió a la infantería de marina para que ocuparan militarmente Haití. Esta fecha marcó una fase importante en la historia haitiana y en el funcionamiento del aparato social y político. El argumento que utilizó el gobierno de Washington para intervenir el país fue la imposibilidad de los gobernantes de mantenerse en el poder, la constante inestabilidad, la agitación social y el contexto de crisis política. Los propósitos fundamentales del desembarco eran lograr el control y la pacificación del país, “evitar la anarquía política” y establecer la democracia, además de proteger los intereses norteamericanos y extranjeros.
Con esta intervención, Haití perdió los atributos de su soberanía y el gobierno de Estados Unidos implementó cambios económicos y políticos adecuados conforme a sus propios proyectos. En 1934, los solados norteamericanos se retiraron de Haití. Durante estos diecinueve años de ocupación se centralizó la política, la administración y la institución militar. Una vez que los marines salieron de la isla, “Washington seguía ejerciendo un control indiscutible sobre la vida política del país.” De igual manera legó el poder a instituciones que fueron cruciales en la manera de gobernar los años siguientes, es el caso del ejército que sirvió de base para que la dictadura se instalara en el poder por un periodo de casi 30 años.
Tiempo más tarde, en el periodo de 1994, la Organización de las Naciones Unidas intervino Haití con su ejército para suplantar a los soldados estadounidenses que habían desembarcado en la isla nuevamente para “restaurar la democracia” después del golpe de Estado en contra del entonces presidente Jean Bertrand Aristide. Posteriormente en 2004, cuando se celebraban dos siglos de independencia de Haití y en la destitución de Aristide de su cargo, el Consejo de Seguridad de la ONU envió a una fuerza multinacional para “estabilizar” la situación del país. Así, el 29 de febrero de este año arribó a Haití la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSTAH).
La presencia de los cascos azules en este país es uno de los temas que causa más controversia en la actualidad. Ya porque en su presencia “temporal” han transcurrido varios años, ya porque la epidemia de cólera que se desató en el país tiene su sepa en los solados nepaleses de la MINUSTAH (aunque a poco más de un año del cólera en Haití la ONU no ha admitido todavía su responsabilidad en el contagio de la enfermedad infecciosa más mortal en el país caribeño), ya por los conocidos casos de violaciones y vejaciones de los miembros del ejército de la ONU a hombres y mujeres, ya por las problemáticas que se han generado alrededor de su presencia (habrá que esperar a ver qué dicen los antropólogos y los sociólogos sobre los impactos socio-culturales de la MINUSTAH en Haití).
Para dar un ejemplo de lo dicho anteriormente, que vaya más allá del abuso y de la explotación sexual -temas ya de por sí delicados-, es preciso decir que a partir de la llegada de la MINUSTAH el precio por el alquiler de una casa o un departamento en Haití ha subido a niveles estratosféricos porque hay un grupo de propietarios que se aprovecha de la llegada de nuevos capitales para abusar con el precio de las rentas. Esta problemática se agravó a partir del sismo del 12 de enero. Así, hoy en día, Haití es uno de los países donde el costo para arrendar un bien inmueble tiene el mismo o mayor valor que en los países de primer mundo (menudo problema en un país donde hay más de 3 millones de damnificados que perdieron sus casas el día del sismo). De igual forma, es sorprendente conocer que el costo del nivel de vida en Haití es aún más caro que en los países con mayor desarrollo. Una de las razones es que los miembros del ejército de la ONU -con salarios que van de 7 mil a 10 000 mil dólares o más por mes-, así como la presencia extranjera han generado el incremento de los precios en una cadena de productos considerados de lujo a gente que está dispuesta a pagarlos. Una realidad que se vive en Haití y que muchos ignoran: el costo de la vida es muy caro. Así, se podrían enlistar una serie de productos que representan el exceso del costo: el agua embotellada importada, la renta de un auto –entre 100 y 400 dólares por día-, el precio de la leche, el cereal, la mantequilla y la mayoría de los productos lácteos, los muebles y los artículos de cocina, todos los productos electrónicos, el boleto de avión para llegar a Haití puede ser hasta de 2000 dólares, incluso el costo de los vuelos internos o domestic flys es elevado, el precio del servicio de internet, los hoteles, el precio de la administración haitiana en los organismos públicos y privados, etc. Y es que a pesar de que la moneda oficial en Haití es el gourdes, todos los movimientos económicos pequeños y grandes, están basados sobre el dólar. Así, si se va al súper mercado es más caro pagar en gourdes que si se hace en dólares.
Son muchas las problemáticas formadas en torno al ejército extranjero, por esas razones y más han habido varios pronunciamientos que desde diferentes puntos han coincidido en que es el tiempo de que la MINUSTAH se retire de Haití y que esos recursos empleados por la ONU para mantener a su ejército en territorio haitiano, sean redireccionados para la ayuda humanitaria.
La perla del las Antillas. La región del Caribe ha sido un lugar de gran importancia histórica debido a sus rutas marítimas y comerciales, por ser un espacio de intercambio cultural, por la riqueza de sus islas, entre otras cosas. Haití, un pedazo de isla perteneciente a las denominadas Antillas mayores, fue aquella colonia nombrada “La perle des Antilles”, aquella que le produjo riquezas a los colonizadores españoles y franceses por un largo periodo, aquella también donde los esclavos se sublevaron para crear la primera República negra independiente. Es importante señalarlo una y otra vez para que no se pierda en la memoria de ninguno: Haití fue la primera nación en acabar con la colonización, emancipar a los esclavos y apropiarse del espacio. Una de las coyunturas históricas más importantes a nivel internacional tanto por la relevancia política como por su relevancia social.
Actualmente, a pesar de la pobreza y de la devastación ecológica del país, hay en Haití una riqueza no aprovechada. Haití es un país abierto al mundo con una gran cantidad de cosas que ofrecer: arte, historia, cultura, escultura, música y más. También tiene 1700 kilómetros de costas vírgenes lo que representa un turismo ecológico a desarrollar en las playas. Pero más allá de las cuestiones que tienen que ver con el turismo, el territorio haitiano cuenta con recursos geológicos importantes, es el caso de minerales como la bauxita, el cobre, el carbonado de calcio, así como de los yacimientos de oro y de mármol. También posee reservas de indio que es un mineral poco conocido y escaso, el cual se utiliza para la construcción de naves espaciales. Además de eso, cuenta con gas natural y según algunos especialistas afirman que existen recursos petrolíferos que no han sido utilizados. Todos estos elementos podrían ayudar a la recuperación de la economía del país (por ejemplo, si en Haití se nacionalizara el petróleo como lo ha hecho Venezuela, se podrían generar recursos y empleos).
En un lugar tropical como el territorio haitiano donde la lluvia cae a caudales, en un país de montañas donde el agua baja en torrentes durante la temporada de lluvias, se podrían construir presas, recuperar el agua de lluvia o las aguas grises y aprovechar la energía hidroeléctrica que tanto hace falta en este país.
Por otro lado vale la pena señalar que la Fundación Clinton, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos más, han hecho donaciones de millones de dólares para construir viviendas y brindar ayuda humanitaria. En este plan de construcción de casas e infraestructura como puentes y carreteras se han contratado principalmente a especialistas extranjeros, dejando al margen a los haitianos que podrían formar parte de estos proyectos. La riqueza más grande que tiene Haití es su gente ávida de trabajar, ávida de vivir. Por lo cual es necesario incorporar a los estudiantes, a los profesionales y en general emplear a la sociedad haitiana y capacitarla en cuanto a las cuestiones especializadas para que formen parte de este proceso de recuperación.
Haití en la historia. Para que Haití se recupere de esta enfermedad de tantos años, para que camine a su propio paso sobre su riqueza histórica, natural y social, es necesario ofrecer a la memoria el recuerdo de lo que pasó el día del temblor, repasar las difíciles circunstancias por las que ha atravesado el país desde ese día y desde hace poco más de doscientos años, pero también es imprescindible refrescar la memoria con aquellas imágenes de este pasado medular en el curso de la historia haitiana: su independencia. Las riquezas exploradas e inexploradas de este país, son los recursos que pueden servir de plataforma para la transformación de Haití y generar una mayor libertad económica. Al respecto, es fundamental señalar la importancia del respeto a la autonomía y a la soberanía de la nación haitiana, así como la necesidad de estimular la economía, incentivar el comercio equitativo, distribuir tierras para el cultivo, impulsar la creación de pequeñas empresas, generar oportunidades de exportación y la promoción del autoempleo. La existencia de estas vías para el desarrollo son primordiales para la transformación de Haití, el primer país que se pronunció en contra de la colonización y de la explotación por allá de 1804.
I have a dream. Después del terremoto de 7º que sacudió Haití, después de la pérdida de miles de vidas, de los cientos de heridos, de la destrucción de centenares de viviendas en un breve lapso de tiempo. Después de ese martes 12 en que la tierra se estremeció con toda su fuerza para conmover al mundo. Hoy, después de dos años, estamos de nuevo reflexionando para tratar de entender aquello que pasa en Haití e intentar poner de nuevo en los ojos del mundo la situación de este país.
Los extranjeros que trabajan en las ONG’s en Haití, los cooperantes internacionales, representan sin duda alguna una ayuda fundamental en el país, pero también como ya se ha señalado hay una problemática que se ha generado alrededor de su presencia. El haitiano, la haitiana se encuentran en el exilio de su propia tierra. En el margen de la economía, en el margen de las actividades laborales y en el borde de la miseria. Pero aquello que pasa en Haití es un destino que está amarrado con nuestro destino. No podemos caminar solos y no podemos dejarlos solos. Es preciso que los ojos del mundo vuelvan a Haití y que lo que sucede en este país nos cause indignación y que se dé rumbo a esa magna solidaridad que se vivió después del sismo. Ésta es nuestra esperanza.
Un año nuevo para Haití. El año que empieza huele a mañana, a un tiempo próximo, a un tiempo futuro… y cada que hay un nuevo amanecer es necesario levantarse, abrir los ojos, ponerse arriba, de pie. Un año nuevo para Haití es el alba de un nuevo mañana. Despertar del letargo del conjunto de desdichas y desazones de esta historia a veces incomprensible. Dejar de dormir en el sueño de la desesperanza, volver sobre nosotros mismo y tomar de la memoria aquello que nos hace falta, caminar sobre esta tierra que nos trajo y que nos lleva. No es la tierra en un sentido indeterminado, es la tierra en el sentido más poético y más emocional posible que se refiere al lugar donde se ha nacido, donde se habita, la tierra en la que camina el conjunto de la sociedad, la tierra de nuestros pasos.
(Licette Gómez Sabaiz: 10.01.2012)