Banqueros: Nuevos dictadores de occidente (II)

Todavía se escuchan en Bruselas los ecos del portazo dado por el primer ministro británico David Cameron el viernes 9 de diciembre. Adujo que no aceptaba la propuesta del dúo Merkel-Sarkozy (aka Merkozy) porque el paquete de reforma atentaba contra cuestiones de “interés nacional”. La reacción no se hizo esperar.

Todavía se escuchan en Bruselas los ecos del portazo dado por el primer ministro británico David Cameron el viernes 9 de diciembre. Adujo que no aceptaba la propuesta del dúo Merkel-Sarkozy (aka Merkozy) porque el paquete de reforma atentaba contra cuestiones de “interés nacional”. La reacción no se hizo esperar.

Desde las altas cumbres europeas se clamó contra Cameron aduciendo que jugaba una carta histórica de Gran Bretaña con respecto a su autonomía de la Unión, una acusación de cuasi-populismo. Los opositores laboristas acusaron a Cameron de “sacar al país de la mesa de decisiones”. El propio viceprimer ministro Nick Clegg, demócrata-liberal, se mostró asombrado y molesto por la decisión. Con tanto por perder y tantos frente que enfrentar, cuesta entender porqué Cameron se opuso a la propuesta. ¿Cuál es el “interés nacional” que mencionó? ¿Que propone la “unión de estabilidad” del dúo Merkel-Sarkozy?

La propuesta de Sarkozy y Merkel no tomó por sorpresa a nadie. Ya en diferentes reuniones llevadas a cabo a lo largo del año, incluida la del G-20 en Cannes, se habían vislumbrado los planes a futuro para la Unión Europea. Los lineamientos principales son dos: presupuestos en orden y austeridad. En cuanto a los presupuestos, la iniciativa propone un tope de déficit de 3 por ciento del PBI de cada país, con amenaza de sanción en caso de no cumplirse. Además, limita al 60 por ciento de PBI el punto máximo en el que puede estar la deuda de cada país. No sólo se queda en esas exigencias. El tratado incluiría que los presupuestos nacionales a aprobarse en cada país tengan que pasar antes por el escrutinio de las autoridades financieras europeas, con el Banco Central Europeo (BCE) como principal gendarme. Es decir, una pérdida drástica de soberanía y de democracia, ya que las decisiones de esta entidad no están sujetas a ninguna consulta.

Todo esto a cambio de que el BCE compre deuda de los países en peores condiciones y les de un poco de respiro a las arcas centrales de esos países. Estos eurobonos, si todo sale como está planeado, estarían ya implementados para marzo de 2012. Entre otros cambios, se necesita una reforma de los estatutos de la eurozona, ya que hasta el momento es una unión monetaria y debería expandirse a ser una unión fiscal.

Pero hasta aquí lo propuesto no difiere mucho de las políticas aplicadas por Cameron en el Reino Unido. El problema, para el Primer Ministro, es que el tratado incorpora la propuesta de la Tasa a las Transacciones Financieras (TTF, o la Tasa Robin Hood). La ciudad de Londres representa uno de los paraísos fiscales más importantes del mundo. De acuerdo al economista inglés Howard Davies, de materializarse el TTF en Europa, entre un 60 y 70 por ciento de la recaudación provendría de la City londinense. Esto es inaceptable para un gobernante que considera al sector financiero de su país como el único “funcional” de esa economía.

Desde la llegada al gobierno, el conservador David Cameron tuvo una política económica claramente relacionada al ajuste y a las recetas neoliberales. Las medidas incluidas fueron la privatización parcial del Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés); incremento en impuestos regresivos, con foco en el IVA; recortes masivos en los servicios públicos y el gasto social; suba de los aranceles universitarios.

Estas medidas tuvieron como objetivo el ajuste y la austeridad y como tales recibieron un amplio rechazo de la población. Vale recordar los días de furia que se vivieron en Londres a comienzos de agosto por parte de una juventud indignada por las políticas gubernamentales. Sumado a esto ya se habían producido a mediados de año protestas masivas de estudiantes a la suba de aranceles en las universidades. Inclusive en estas últimas semanas los trabajadores del sector público realizaron una de las huelgas generales más importantes de la última década. Estos hechos destacan entonces que Cameron no tiene miedo al ajuste, no es allí donde se enfocó su defensa del “interés nacional”. Este defiende otros intereses, relacionados al segundo punto más relevante de la propuesta franco-alemana: los del sector financiero.

La relación de Cameron con el sector financiero no es una novedad. De acuerdo a una investigación realizada por el Bureau of Investigative Journalism (Grupo de Periodismo de Investigación) con sede en Londres, las donaciones provenientes del sector financiero de la capital del país representaron más de la mitad de los fondos utilizados por el partido Conservador para las elecciones 2010 y que continúan fluyendo hacia esas arcas (el informe contabiliza hasta junio de 2011). Destaca que el sector financiero donó 6,27 millones de libras esterlinas (casi 10 millones de dólares) al partido Conservador, mientras que otros sectores como la industria, el transporte y los agentes inmobiliarios no llegaron al millón de libras donadas. Esto remarca una influencia innegable dentro de las decisiones de política económica. Si se ahonda más en los detalles, dentro de esas donaciones del sector financiero, casi un 50 por ciento, son de fondos de inversiones y financieros, mientras que menos del 10 por ciento provino de sectores bancarios tradicionales (la banca comercial).

Previo rechazo al paquete de medidas propuestas la semana pasada, Cameron ya podía presentar amplias credenciales de favoritismo a sus principales donantes. Entre otras medidas, durante el gobierno de Cameron, se implementó una reducción de impuestos a las grandes corporaciones del 28 por ciento hoy, y que gradualmente pasará al 23 por ciento para abril de 2014. Además, se eliminaron los impuestos sobre las ganancias de esas empresas en sus sedes en el exterior. Para ser justos con Cameron, cabe decir que no tiene el monopolio en las relaciones con el sector financiero. Los laboristas también supieron tener acercamientos, como lo demuestra un informe de la Comisión Cresc, en donde se demuestra que debido a las exenciones impositivas, entre el 2002 y el 2008, el sector financiero pagó la mitad de los impuestos que pagó el sector industrial.

El estridente rechazo de Cameron a la propuesta Europea no es más que una defensa de sus intereses personales y corporativos, no los “nacionales”. Los millones de manifestantes en las calles de Inglaterra expresaron rotundamente su rechazo a las políticas de ajuste. También lo hicieron y siguen haciendo en otros países de la eurozona, incluyendo a Francia. La propuesta de Sarkozy y Merkel responde a los intereses de esa tríada de poder en que se ha convertido el FMI, el BCE y la Comisión Europea. Todas dominadas por intereses financieros. Muchas encabezadas por banqueros. Los mismos que presionan a Cameron a defender el “interés nacional”.

(Bruno Dobrusin: 16.12.2011)

 

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