En esa fecha Ecuador, Chile y Perú deciden sus destinos en tiempos marcados por el coronavirus y la irrupción de una derecha de que carácter ultra, tanto en lo político como en lo socio-económico. La recuperación del sesgo progresista es vital porque el ataque es ya contra la propia democracia.
Por Adolfo Aguirre*
Hace unos días escuché en una entrevista radial al ex Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, un intelectual de fuste que dejó dos conceptos que me parecen muy adecuados sobre la disputa ideológica en la región. En el primero explica que “la centro derecha que apostaba a no ser radical y a criticar a los populistas de izquierda pero que también se distanciaba de la derecha violenta se hunde y comienza a adquirir fuerza la centro derecha con un discurso muy claro: si la democracia es un estorbo pues fuera la democracia”. En el segundo señala que “contra los que decían que se había acabado el ciclo del progresismo, no es un ciclo, son oleadas que van y vienen y esta es la segunda oleada; si la primera oleada estuvo enmarcada en un progresismo más radical y con fuertes liderazgos carismáticos, la segunda va a estar marcada por un progresismo moderado y sin la presencia de liderazgos carismáticos”.
Considero que es un punto de partida interesante para analizar la triple cita electoral del próximo 11 de abril que tendrá la segunda vuelta en Ecuador, elecciones presidenciales y legislativas en Perú, y la histórica decisión para elegir a las y los miembros que redactarán la nueva Constitución en Chile.
Se trata de test electorales claves para Sudamérica porque pueden ayudar a revertir la presencia del modelo neoliberal financiero cuya profundización ha degenerado en la aparición de una extrema derecha que atenta contras nuestras democracias. Por eso urge forjar un nuevo rumbo en nuestro continente y para ello es indispensable una unidad de los sectores progresistas y de la izquierda en cada uno de nuestros países para avanzar en espacios organizativos de carácter permanente.
La pandemia de coronavirus ha acentuado estos ataques de los sectores empresariales y de los gobierno de la derecha que exhiben un autoritarismo descarado que pretende romper el Estado de Derecho. A eso nos enfrentamos.
Ecuador, dos modelos
En Ecuador se disputan claramente dos modelos sustancialmente opuestos. Por un lado el joven economista de 36 años Andrés Arauz, del partido Unión por la Esperanza (UNES), arropado por el expresidente Rafael Correa, quien alcanzó el 33% de los votos. Se enfrentará a Guiilermo Lasso, candidato del Movimiento Político Creando Oportunidades (CREO), quien sacó el 20% de los votos y superó a Yaku Pérez, del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik por apenas a 0,4%. Lasso es un banquero, representante de la vieja política y cómplice en la entrega del país al capital financiero del cual es representante.
La segunda vuelta tendrá lugar el 11 de abril y la elección es vital para revertir los cuatro años de gobierno neoliberal de Lenin Moreno que además del ajuste, atacó el derecho a huelga y la negociación colectiva, lo que fue resistido por las centrales sindicales como CEDOCUT, Frente Unitario de Trabajadores, estudiantes universitarios, movimientos indígenas y Revolución Ciudadana de Correa, espacio que fue perseguido por las garras del Lawfare local.
Perú, crisis de representación
Perú vivió la caída por causa de corrupción de tres presidentes en apenas cuatro años. La profunda crisis de representación se refleja en el propio Congreso Nacional donde una decena de partidos se reparten las bancas mostrando la atomización y el descredito de la política en la sociedad. Además, la pandemia muestra a Perú como uno de los países más golpeados por contagios, muertos y la falta de capacidad sanitaria para atacar la situación.
La dispersión mencionada se refleja en la presencia de una veintena de candidatos que apenas llegan a superan los dos dígitos. Nuevamente la joven candidata progresista Verónika Mendoza, de Juntos por el Perú, aparece como la esperanza de que al final la izquierda pueda llegar al gobierno en un país que privilegia las relaciones con las multinacionales y se preocupa más por los índices macroeconómicos que por garantizar beneficios al pueblo.
Chile, tirar a Pinochet
El 11 de abril se elegirá por una inédita Convención Constitucional para redactar una nueva Constitución que deje atrás la impuesta a sangre y fuego por la dictadura de Augustor Pinochet. 155 convencionales tendrán hasta un año paran presentar un nuevo texto que deberá ser revalidado a mediados de 2022 en un Plebiscito. En paralelo, este 11 de abril se elegirá también a gobernadores, intendentes y concejales.
Para prepararse para este momento histórico la hermana central obrera, la CUT, desarrolló en febrero el ciclo de seminarios virtuales de capacitación y formación sobre conceptos y contenidos constitucionales para dar cuerpo al “Constitucionalismo Social”. Fueron cuatro encuentros bajo el título “Conversatorios Constituyentes”, una iniciativa de la Vicepresidencia de Relaciones Internacionales de la CUT con el apoyo de la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL). Fue destacada la participación de Rubén Martínez Dalmau, académico titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia en España, quien destacó que el proceso que inicia Chile “marcará el faro de nuevos procesos emancipadores en América latina y en el mundo”.
Es importante destacar el rol de las Asambleas Constituyentes que mediante nuevas Cartas Magnas refundaron a países en prácticas de defensa de los derechos humanos, derechos universales sociales, económicos, culturales y políticos. Estos fueron los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. También podemos citar el antecedente de Colombia en 1991, que no redundó en una presencia de izquierda sólida y permanente, pero permitió poner límites a las apetencias de la derecha. Soñamos para Chile con un proceso que lo libere de sus garras autoritarias y neoliberales.
El 11 de abril también se disputarán en Bolivia la segunda vuelta en cinco de las nueve provincias que tiene el país para definir gobernadores. El MAS, partido de Evo Morales y el presidente Luis Arce, ganó este 7 de marzo las gobernaciones de Cochabamba, Potosí y Oruro. Y disputaré con buenas perspectivas el balotaje en Chuquisaca, La Paz, Beni, Tarija y Pando. Solo perdió Santa Cruz que eligió al ultraderechista y protagonista del golpe de 2019 Luis Fernando Camacho. Este ejercicio ratifica el rumbo democrático tras la violencia de la derecha que intentó de desaparecer a ese movimiento político-social-sindical-indígena-campesino que le cambió la cara a Bolivia.
Hay que seguir avanzando en procesos de cambio que traigan bienestar, es el tiempo de pensar en derechos progresivos. Estamos en una disputa mundial contra quienes pretenden instaurar una etapa de regresión de derechos. Nuestra lucha es por la vida y la paz.
*Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA-Autónoma y Coordinador Nacional de la CNTI.