*Por Mercedes Cabezas, Secretaria de Organización de ATE Nacional | Publicado originalmente en ATE.org.ar
Por primera vez en la historia de ese país llega a uno de los cargos de mayor influencia política y de gran representatividad una mujer afrodescendiente. Con el triunfo de los demócratas llega Kamala Harris a la vicepresidencia del país y habrá dos legisladoras trans, Sarah McBride y Taylor Small, de Delaware y Vermont, en el Congreso. EEUU aporta así un dato político alentador al interior de nuestras luchas y queda de cara a una oportunidad histórica para las reivindicaciones y la visibilización de los movimientos feministas y de la lucha de las diversidades.
Esta oportunidad implica también el compromiso de sostener un piso de discusión igualitario que permita, más allá de superar las limitaciones de acceso, entender el debate político como una responsabilidad compartida en la que eliminar las desigualdades sea una de las tareas más importantes y necesarias para quebrar finalmente ese techo de cristal al que nos enfrentamos las mujeres y las diversidades.
Harris, hija de inmigrantes criada como feminista del movimiento negro, explicitó ya desde muy temprano en su vida su mirada en contra del racismo, a favor de la justicia social y las experiencias de lucha civil. El salto a la escena nacional lo dio en 2016, cuando se convirtió en una de las pocas senadoras negras del país e inmediatamente después, en una de las dirigentes más articuladas e implacables frente a la misoginia, el racismo y las políticas económicas del Gobierno de Donald Trump. La visibilidad afro y latina hoy da una respuesta contundente al planteo estigmatizador racial promovido por las políticas de Trump, abriendo un nuevo capítulo.
Con el acceso de Kamala Harris al poder, junto con la histórica elección que deja a dos legisladoras transgénero en cargos legislativos, en Delaware y Vermont, el país del norte accede por primera vez también en la historia a una oportunidad: la de hacer oír la voz de las mujeres y afrontar la agenda de las diversidades. En palabras de McBride mostrarle “a un niño LGBTQ que nuestra democracia es lo suficientemente grande para ellos también».
Pero esas victorias no son aisladas: se producen solo unos años después de que la demócrata Danica Roem se convirtiera en la primera legisladora trans del país. Roem fue elegida para la asamblea estatal de Virginia en 2017.
Más allá de estos importantes avances, en la cuna del capitalismo productor de las desigualdades, esta situaciones replantean las posibilidades aunque no producirán cambios por sí solas sin la participación de los movimientos sociales que alimentaron el avance de los feminismos en mundo y que permitieron los pocos pero centrales lugares de poder ocupados por mujeres y colectivos diversos, en un proceso lento pero indetenible.