La premisa histórica de la CTA Autónoma para erradicar la pobreza y el hambre y generar un ingreso a la población ha multiplicado sus voces en el mundo. La pandemia de coronavirus aceleró este proceso para garantizar la sobrevivencia de la humanidad y avanzar en un Estado de Bienestar a escala planetaria.
Ante la pandemia universal del COVID19 que ha comenzado a golpear fuertemente a América debemos hacer una apuesta urgente, eficiente y universal por el derecho a la vida. Se requiere una acción mancomunada a nivel regional e internacional.
La concentración obscena de la riqueza y el aumento de la desigualdad son fenómenos globales que impiden avanzar en una Agenda Mundial por el Bienestar. Estamos convencidos de que constituye una línea política fundamental de cada uno de nuestros países para llegar al mundo que queremos.
La enseñanza de este tiempo histórico es que sin un Estado serio, ordenado y fuerte el mundo avanza a oscuras y gran parte de la población queda a la deriva. Por eso, para atacar los pilares de la inequidad que llevan a la pobreza, el hambre y la marginalidad necesitamos modificar el modelo económico, social y ambiental que rige al planeta, por otro basado en el bienestar, en pactos humanistas y en protección social.
En este tiempo he estado en conversación permanente con mis pares de centrales sindicales de Iberoamérica para avanzar desde la clase trabajadora en propuestas superadoras del marco actual. En la conciencia de que somos las y los trabajadores los que estamos en la primera línea de batalla contra el coronavirus coincidimos con centrales obreras como la CUT de Chile, PIT-CNT de Uruguay, CUT de Colombia, UNT de México, CUT de Brasil, Cedocut de Ecuador, CUT-A de Paraguay o al otro lado del Atlántico con UGT y USO de España, ELA y LAB de País Vasco, CIG de Galicia y CGT de Portugal, y la Red Sindical del Sur Global (Sigtur) en la necesidad de un Estado de Bienestar y una Renta Básica Universal para terminar con la pobreza. De manera unánime decimos que otro mundo es necesario.
Me produjo mucha satisfacción el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) coincidiera en la necesidad de un ingreso básico universal ya que el escenario pos pandémico requiere de medidas redistributivas de amplio alcance, estados fuertes y control eficaz de la fuga de capitales (https://www.cepal.org/es/comunicados/cepal-propone-avanzar-un-ingreso-basico-ayudar-la-poblacion-mas-vulnerable-superar).
Destaco de este serio informe este textual de la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, que propone “avanzar hacia la creación de un Estado de bienestar con base en un nuevo pacto social que considere lo fiscal, lo social y lo productivo”.
En esa línea, el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas de Unidad Popular, organización integrante del Frente de Todos, ha hecho la propuesta de avanzar “hacia un salario universal para afrontar la emergencia”. Uno de sus autores, el referente económico Claudio Lozano plantea además que “en el marco de la pelea de una renta básica de emergencia también tiene que haber una pelea por procesos de democratización que permitan la organización de comités anticrisis, de consejos de organización de la comunidad que amplíen el reconocimiento a actores que están por fuera del marco de la institucionalidad formal tradicional que no reconoce a una multiplicidad de actores que se han venido desarrollando en los últimos 30 años” (https://ipypp.org.ar/descargas/2020/Hacia%20un%20salario%20universal.pdf).
Me gustaría recordar aquí que durante el saqueo neoliberal en los 90 en la Argentina nuestra CTA, que merece ser recordada por el liderazgo visionario de su fundador Víctor De Gennaro, impulsó el Frente Nacional contra la Pobreza para instituir el seguro de empleo y formación para todo trabajador sin empleo; la asignación universal por hijo y la jubilación universal. Dos décadas, esa propuesta superadora de nuestra organización es el antecedente de la renta universal que hoy esbozan hasta representantes del capitalismo serio.
Es un deber mundial implementar esta propuesta porque la pandemia ha profundizado las tendencias de aumento de la pobreza, concentración de la riqueza, desigualdad, precariedad laboral. El camino es el opuesto al de los gobiernos autoritarios que utilizan la excusa de la excepcionalidad de la situación para profundizar sus ataques a los derechos fundamentales.
No sirven las medidas unilaterales en tiempos de crisis. Por eso valoramos la propuesta del presidente Alberto Fernández de crear un fondo humanitario para hacer frente a la pandemia y creemos que es complementario con la Renta Básica Universal.
Tenemos que pensar más allá de la pandemia, en medidas de mediano y largo plazo. Queremos un mundo pos pandemia más justo que antes. Para ser claros: no pedimos simplemente retrotraer la situación al pre COVID19. Hay que ir por más con medidas profundas para terminar con este sistema inequitativo y desigual. No permitiremos que pase lo mismo que en 2008 cuando el rescate fue a los bancos. Lo que debe quedar claro es que no se trata de “volver a la normalidad”, sino de evidenciar la necesidad de transformaciones profundas al sistema de producción, consumo y la distribución de riqueza que tenemos, y que la pandemia no ha hecho más que profundizar.
Por eso, el grito es ¡RENTA BASICA UNIVERSAL YA!
*Por Adolfo Fito Aguirre, Secretario de Relaciones Internacionales CTA Autónoma Nacional