Bolivia asume la presidencia de Unasur y seis gobiernos de derecha se retiran del organismo. Una decisión coordinada que apuesta a la regresión de la integración regional en pos de un acuerdo de corte neoliberal al estilo de la Alianza del Pacífico. ¿Cuánto tardarán en rogarle a Estados Unidos por el ALCA?
A partir de las Guerras Yugoslavas (1912-1913 y 1991-2001) se popularizó un término para describir la fragmentación de una región o un Estado. Los procesos de división y enfrentamiento al interior de un país o en una región se describen hoy como una “balcanización”, generalmente motivada por razones culturales, étnicas o religiosas. En el caso de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) las razones son estrictamente ideológicas y el mapa del conflicto lo traza el avance restaurador de la derecha en esta parte del mundo.
Esta es una movida de ajedrez para jaquear a las apuestas de integración en el sur de América. La demostración de que la coordinación de los gobiernos conservadores está aceitada y en sintonía con Washington porque al tiempo que el presidente de Bolivia, Evo Morales, asumía la presidencia pro tempore de la Unasur, durante el período 2018-2019, la mitad de los países y los más poderosos la vaciaban de contenido.
El Brasil de Luiz Inacio Lula Da Silva fue un promotor de zonas de mancomunión, desde el gigante BRICS, que aglutinaba a ese país, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los acuerdos solidarios con naciones africanas (no olvidemos que Brasil es el país con más población negra del mundo por fuera de África). La Unasur también fue una idea de Lula. Itamaraty, como pocas veces, miró de igual a igual a sus vecinos. Y los 12 países del sur de las Américas se unieron en una alianza que remitía a los sueños de Patria Grande de Simón Bolívar.
La Unasur “debutó” en las grandes ligas con una crisis de extrema gravedad. Desde que Evo Morales asumió el gobierno sectores separatistas buscaron derrocarlo mediante un conflicto violento de carácter étnico con fines separatistas en un Estado plurinacional como Yugoslavia. Recordemos que en 2006 Morales nacionalizó el gas, incluidas las áreas que Petrobras operaba. Lula, a contramano de los pedidos de sanciones y rupturas de relaciones diplomáticas que le pedían numerosos sectores, apoyó la medida y la avaló en razones del sojuzgamiento histórico de Bolivia a manos de potencias extranjeras y oligarquías antinacionales. 2008 fue el año en que la violencia golpista-balcanizadora arremetió contra el proceso de cambio, la intervención de Unasur fue vital para sostener la institucionalidad. Dos años después, similar actuación mostraría ante el levantamiento policial que, además de la ruptura constitucional, buscó el magnicidio del presidente Rafael Correa y en el apaciguamiento del conflicto diplomático entre Colombia y Venezuela.
Estos tres botones de muestra dejan claro que la Unasur tenía la capacidad de resolución de conflictos al interior del bloque. Sin embargo, la derecha regional y la administración de Donald Trump prefieren al fiel peón de sus intereses desestabilizadores en la región, Luis Almagro y su OEA made in 1962.
Cuando Lula ganó la presidencia en 2002 fue observado con cautela. Rápidamente fue odiado por iniciativas como las mencionadas y por decisiones vinculadas a la redistribución de la riqueza, el combate contra el racismo y la pobreza. Uno de los actos de gobierno que más resquemor levantó fue la osadía estratégica de modificar los marcos regulatorios de la explotación de petróleo de los campos de pre-sal. Los descubrimientos de yacimientos petroleros en lecho marítimo transformaron a Brasil en uno de los mayores exportadores del mundo. En 2013, la estatal Petrobras fue líder de la industria con inversiones récord. El petróleo ya no se usaba para lo que Estados Unidos y los países centrales querían. He ahí uno de los motivos del golpe institucional contra Dilma Rousseff en 2016, que continuó con el reciente y arbitrario encarcelamiento del líder obrero.
Diplomacia multipolar versus digresión del mercado. “Estados Unidos nunca aceptó nuestra aproximación con Argentina, Venezuela, Bolivia, Paraguay y demás naciones latinoamericanas, el interés de Washington es por un Brasil debilitado, sin soberanía y despojado de sus más valiosos recursos naturales”, afirmó Lula en marzo pasado durante un acto en Foz de Iguazú.
Hoy le bajan el precio a la Unasur calificándola de elefante blanco a pesar del rol importante que cumplió en pos de la paz en la región. En un comunicado conjunto de las cancillerías de Paraguay, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú dirigido a la presidencia pro tempore expresaron “la extrema disconformidad con la situación por la que atraviesa la Unión”. La respuesta llegó de Evo Morales: “Una cosa es la voz de los presidentes, otra cosa es la voz de los pueblos”.
En diálogo con Canal Abierto, el analista político y periodista boliviano, Julio Peñaloza, afirmó: “Si realmente consideraban los países signatarios que ahora se han suspendido de la Unasur que es un ente inoperante, me pregunto qué pasó con la presidencia protempore de la Argentina, qué pasó durante todo el último año; el gobierno de Mauricio Macri no ha hecho nada por resolver la acefalía de año y medio de la Secretaria General, una de las excusas que esgrimieron para la salida de la Unión”.
Peñaloza recordó que la Unasur “ha tenido participaciones muy destacas en nuestro continente. Ha tenido momentos muy vigorosos. Lo que se quiere es debilitar a todos los organismos multilaterales porque se quiere fortalecer un solo mecanismo: la Organización de Estados Americanos, que es servil a sus intereses”. Y amplió: “No les agradan los espacios que tienen un perfil político, no les gustan, ellos no van a decir nada sobre el Mercosur o el Pacto Andino porque esos son mecanismos meramente comerciales”.
El ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Fernando Huanacuni informó que en mayo convocará a una reunión extraordinaria para reactivar la Unasur. Argentina “nos ha dejado temas pendientes que amerita resolver, uno es la designación del Secretario General y otros temas como la renovación de la parte administrativa”, declaró el canciller a la agencia estatal de noticias boliviana, ABI.
“Yo aspiro a que los líderes de la derecha que gobiernan América del Sur tengan un poquito de conciencia suramericana”, añadió el mandatario venezolano Nicolás Maduro.
Peñaloza aseveró que “hay molestia con Bolivia porque apoya de manera abierta y solidaria a Venezuela, al tiempo que hay una estrategia regional para debilitar a Maduro para que no vuelva a ser presidente del país” en las elecciones que se realizarán el 20 de mayo próximo.
En noviembre de 2005 en Mar del Plata, pueblos y presidentes progresistas de Sud América enterraron la Alianza de Libre Comercio (ALCA) que promovía George W. Bush con el ya emblemático grito de Hugo Chávez: “ALCA, ALCA, ALCArajo”. Hoy, presidentes conservadores quieren exhumarlo. “Esperamos que algunos presidentes de América Latina escuchen a sus pueblos para seguir con este proceso de integración”, demandó Evo Morales.
Periodista y documentalista. Fue editor general de la Agencia de Noticias de la CTA y responsable de Comunicación de la Secretaría de Relaciones Internacionales.