Dos reivindicaciones, entre muchas, pueden considerarse históricas de nuestra Central: son la lucha por la defensa de los bienes comunes que brotan en nuestro país y la lucha contra el hambre y a favor de los derechos de la niñez.
Aunque podrían parecer dos caminos paralelos de lucha, ambas cuestiones están en estrecha conexión: no es posible pensar un modelo económico inclusivo y atento a las necesidades más básicas del pueblo, especialmente a los sectores más vulnerables, si no aseguramos la soberanía para el control de la explotación de nuestros bienes comunes, como son la tierra, los minerales y principalmente el agua presentes en nuestro país.
En este sentido, el panorama internacional se vuelve cada vez más importante en la lucha por la defensa de los bienes comunes para lograr una sociedad más justa: el predominio de las compañías transnacionales a través de tratados de liberalización y desregulación de comercio y servicios pone en cuestión la soberanía de los Estados nacionales sobre sus recursos naturales y bienes comunes, ya que hoy es posible que una compañía cuya casa matriz esta por ejemplo en Alemania, deslocalice su producción a través de su cadena de suministro y ella tenga lugar a miles de kilómetros de allí, contratando trabajadores en condiciones de precariedad para explotar bienes comunes ajenos y llevar sus regalías al país de origen.
Por otra parte, los tratados de libre comercio de nuevo tipo, buscan incluir sistemas de solución de controversias que ponen a Estados y corporaciones empresarias al mismo nivel de jerarquía, socavando así el poder de decisión estatal sobre las actividades que se hacen fronteras adentro de su territorio y sobre los bienes comunes que allí se encuentran.
Según los datos revelados por los estudios al respecto de la Universidad Católica Argentina, el panorama para la niñez y adolescencia en Argentina es ya riesgoso: el 48% de este sector de la población es pobre. Además, el 42% de los niños y adolescentes viven bajo condiciones de precariedad habitacional, sin cloacas y/o acceso a red de agua corriente, es decir que no accede a un bien básico y esencial como es el agua, y vive en condiciones insalubres. Al mismo tiempo, los datos de 2015 indican que alrededor del 20% de la adolescencia e infancia se encontraban en situación de inseguridad alimentaria, mientras que el 7% de ellos se encuentran en los niveles más graves de esta situación.
Argentina tiene una importancia estratégica en cuanto a los bienes comunes que dispone: los afluentes de agua dulce, la diversidad de climas que posibilitan producciones agropecuarias de lo más diversas, las reservas minerales, entre los más importantes. Para que quede claro, se trata precisamente de aquellos tipos de bienes que no pueden ser sujeto de la propiedad privada ni gestionados según el criterio de maximización de la ganancia y el beneficio económico como fin último.
En la medida en que no podamos asegurar la defensa de los bienes que soberanamente debemos disponer para el bienestar de nuestro pueblo y especialmente de nuestros niños, estamos poniendo en jaque nuestro futuro y dejándolo en manos de la lógica impiadosa de las grandes corporaciones transnacionales que siguen explotando nuestros recursos a través de la tercerización, la informalidad y precariedad laboral, así como la elusión y evasión fiscal.
Debemos más que nunca comprender la integralidad y la transversalidad de nuestras luchas, porque es imposible alcanzar una mayor justicia social sin alterar este modelo económico basado en la exclusión y la indiferencia respecto del pueblo.
Por Adolfo Fito Aguirre-