La primera semana de gobierno de Donald Trump deja varias reflexiones y preocupaciones respecto del camino que está tomando Estados Unidos. Por sus primeras decisiones, Trump está llevando adelante sus principales propuestas de campaña, aunque todavía queda por verse hasta donde podrá efectivamente cumplir con sus primeros decretos.
Una primera reflexión tiene que ver con los impactos de las medidas de Trump al interior de Estados Unidos. El gobierno Trump va a ser un gobierno de la elite, blanca, y predominantemente de hombres. Las audiencias de los ministros (secretarios en la jerga norteamericana) ya dejó en claro el camino que tomará el nuevo gobierno:
– Mano dura en las políticas de seguridad, con un reflote de la política de ‘tolerancia cero’ que significará más policías y con todavía mayor libertad para actuar, en especial sobre minorías como los negros y los inmigrantes.
– Un modelo de privatización de la educación, donde el Estado aumenta los subsidios a las escuelas privadas.
– Un modelo de mayor privatización del sistema de salud, tal como quedó demostrado por uno de los primeros decretos de Trump, atacando al sistema de salud instaurado por el gobierno de Obama, que ya tenía sus falencias por beneficiar a los sistemas de salud privados. Esta medida dejaría sin cobertura de salud a los cerca de 20 millones de ciudadanos que consiguieron cobertura en los últimos dos años.
– Un modelo económico de mayores concesiones a los ricos y la clase media alta, con un recorte en los programas sociales hacia los sectores más pobres.
– Un modelo conservador en lo judicial, con el nombramiento de la vacante en la Corte Suprema estadounidense para un juez conservador. El decreto de Trump respecto de la restricción de las políticas sobre aborto es una señal clara en esa dirección.
– Por último, un modelo que no considera el cambio climático como un problema y donde las energías fósiles pasan a ser nuevamente la prioridad. El nombramiento del ex Ceo de Exxon como ministro de relaciones exteriores es una señal muy preocupantes.
Una segunda reflexión es lo que puede significar un gobierno de Trump hacia fuera de Estados Unidos. Su política proteccionista y sus ataques al libre comercio son medidas bienvenidas para nuestros países, aunque no deben confundirse con una panacea. Esperamos una política más agresiva en la agenda de libre comercio bilateral, con menos concesiones, y además con un incremento de esos acuerdos por parte de China, la principal potencia librecambista de estos tiempos, tal lo anunció el presidente chino en la apertura del Foro Económico de Davos. La lucha contra esos acuerdos deberá seguir.
Como ya lo expresamos en muchas ocasiones, no importa la agenda externa si no tenemos una política de integración regional concreta y fortalecida. El desprecio hacia el Mercosur y la Unasur por parte de los gobiernos de derecha latinoamericana sólo fomentan nuestra debilidad frente a cualquiera de los escenarios posibles.
Dos reflexiones finales que me parecen importantes, y que tienen que ver son los efectos indirectos de las políticas de Trump al interior de EEUU que nos afectarán a todos nosotros. Primero, su rechazo a la formación de sindicatos y a las leyes laborales. Entre las principales concesiones que se plantearon en las reuniones con grupos industriales están, además de las impositivas, flexibilizaciones en regulaciones de seguridad laboral y la posibilidad de saltear las leyes respecto de los salarios mínimos. Una derrota sindical de estas dimensiones en EEUU terminará tarde o temprano afectando negativamente a nuestras organizaciones. Una segunda reflexión es sobre la cuestión migratoria. El sólo hecho del endurecimiento del discurso migratorio por parte de Trump no sólo afecta la realidad de las migrantes en EEUU, sino que también habilita a un resurgir del discurso xenófobo en todo el mundo. No es casualidad que tengamos en estos momentos un debate sobre nuestra ley migratoria, con el gobierno de Macri poniéndose en la misma línea del discurso del presidente norteamericano.
Estamos en momentos donde el mundo no tiene una dirección clara. El triunfo de Donald Trump nos debe poner en el mayor estado de alerta y movilización posible. No es un candidato anti-establishment, como se lo presenta normalmente, sino que es él mismo una parte del establishment económico y político. No hay que confundirse, el planeta se está incendiando y Trump llegó para tirarle más nafta.