Joaquin Turco, asesor de la Secretaría de Relaciones Internacionales de la CTA-Autónoma, participó de la COP 21 que se realizó en París y que culmino el pasado 12 de diciembre. Joaquin desde hace muchos años viene realizando un exhaustivo trabajo de seguimiento de las Conferencias que tienen como eje la Convención contra el Cambio Climático, y representó a la CTA- Autónoma en diversos eventos que se realizaron de forma paralela a la COP 21 para presentar la posición de los trabajadores y trabajadoras con respecto a esta temática. Aquí su crónica de lo que París nos dejó.
A las 20:30 horas del 12 de diciembre del 2015, en la Sala Plenaria del Centro de Convenciones de Le Bourget, cerca de París, el Presidente de la COP 21 Laurent Fabius daba el martillazo que indicaba que se había logrado un consenso para adoptar el “Acuerdo de París”.
Cinco horas después, en la madrugada del 13 de diciembre, el mismo Canciller daba por finalizada la COP21/CMP11. En la sala quedaba sólo un puñado de delegaciones nacionales (los últimos que pidieron la palabra) y los representantes de las ONGs y los trabajadores, que debimos aguardar las interminables intervenciones de las Partes, antes de poder expresarle al presidente de la COP nuestra decepción por los resultados de este Acuerdo.
Atrás quedaban 4 años de negociaciones en el ámbito de la Plataforma de Durban para la acción mejorada (ADP) donde pudimos observar como paulatinamente los países desarrollados lograban transferirle al resto de los países y cambio de nada, muchas de las obligaciones que habían asumido en la Convención 23 años atrás, como por ejemplo, el financiamiento (a modo de ejemplo la movilización de los 100 millones de dólares por año comprometidos en Cancún en 2010 ya no aparecen en el Acuerdo de París y en el futuro se espera que los países en desarrollo aporten al fondo verde)
A pesar de los aplausos y los autoelogios de los delegados de los distintos países, la presidencia de COP, la secretaría de la Convención, el Secretario General de Naciones Unidas y más allá del optimismo del Presidente Hollande y de los medios de comunicación mundiales, la COP 21 no nos da un motivo para celebrar.
El Acuerdo, sirve para asegurar que la problemática del Cambio Climático seguirá tratándose en el ámbito multilateral, pero hasta ahora y a pesar de las grandilocuentes frases que aparecen en sus 29 Artículos y el Preámbulo del “Acuerdo de París”, no puede evitarse que, a raíz de la baja ambición de las INDC (contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional) la temperatura media de la tierra aumente más de 3,7°C.
Estamos frente a un texto impreciso y contradictorio que si bien sigue haciendo referencia a las responsabilidades comunes pero diferenciadas, no brinda el marco necesario para hacer valer ese principio, ni lograr el objetivo básico de la Convención Marco: “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático…”. El Acuerdo muestra un evidente sesgo con relación a las cuestiones sociales tales como los derechos humanos, la transición justa, los derechos de los pueblos originarios, de los migrantes los niños, la igualdad de género, fueron relegados al preámbulo y en consecuencia, se tornaron sólo en una expresión de deseo.
Lo que sí logró París y para beneplácito de las grandes empresas, fue la promoción de los mercados de carbono entre todas las naciones. Ahora los pobres podrán negociar sus emisiones con otros pobres. Queda claro que, más allá del entusiasmo de los diarios por el “Histórico Acuerdo”, los principales países emisores, los miembros de la OPEP, la Agencia Internacional de la Energía y los CEO de las multinacionales, se frotan las manos porque se abren nuevas oportunidades de negocios y no se atacan las verdaderas causas Cambio Climático.
Por otra parte, al postergar a la segunda mitad del siglo XXI la neutralidad de carbono, es decir, el equilibrio entre las emisiones antropógenas de las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros, el Acuerdo abre la puerta para seguir consumiendo más combustibles fósiles hasta el último minuto, con la esperanza de encontrar una bala de plata tecnológica que permita neutralizar los Gases Efecto Invernadero emitidos, sin modificar sustancialmente los actuales patrones de producción y consumo. Más allá que esas tecnologías podrían llegar tarde, en el mientras tanto, se alentará la introducción de costosas soluciones parciales y experimentales de alto riesgo para los ecosistemas y la sociedad, que crearán nuevas dependencias tecnológicas para los países en desarrollo.
Durante la mañana del 12 de diciembre, miles de personas desafiamos la prohibición de reuniones y marchamos entre el Arco del Triunfo y la Torre Eiffel exigiéndole a la COP 21 un Acuerdo justo, ambicioso, vinculante y Justicia Climática, pero los diplomáticos entregaron un instrumento totalmente insuficiente para hacerle frente a esta problemática, un acuerdo de mínima, que muestra la suma de los egoísmos de los países. Sólo basta identificar quienes están contentos por el acuerdo logrado, para comprender que la inmensa mayoría, seguiremos pagando los platos rotos …
El sistema climático está cambiando mucho más rápido que nuestra sociedad, los fenómenos climáticos extremos y el aumento de la variabilidad climática ya están provocando la pérdida de puestos de trabajo, cosechas, generan hambre, muerte, migrantes y refugiados ambientales, sin embargo, el rumbo que se ha planteado en París muestra claramente que los tiempos de los políticos y las empresas son incompatible con los del Planeta. Los que habitamos el mundo real vamos acercándonos a un escenario más injusto y caliente, donde los más vulnerables seguiremos siendo los más afectados.
En este contexto, como sociedad, no podemos quedar adormecidos, es imprescindible organizarnos, discutir colectivamente como enfrentamos esta problemática y como presionamos a los gobiernos, empezando por el nuestro.
El Dalai Lama decía «Si piensas que eres demasiado pequeño para hacer una diferencia, trata de dormir con un mosquito»… ¿Qué pasaría si en vez de la lucha individual nos unimos todos?