Texto completo de la excelente reflexión ofrecida por el dirigente del MST brasileño, Joao Pedro Stedile, en el marco del Encuentro Continental de Medios, que deliberó en Sao Paulo, Brasil, entre el 20 y 22 de noviembre, convocado por ALBA MOVIMIENTOS, el periódico Brasil de Fato y el MST de Brasil.
«Quiero repasar con ustedes algunos elementos que hemos manejado en ALBA Movimientos. En este ámbito que buscamos articular las fuerzas populares hacia una confrontación antineoliberal y antiimperialista, no utilizamos más la definición de “movimientos sociales”, puesto que en el marco de la lucha de clases la derecha se apropió de ese término, y se da el caso que de pronto que tres o cuatro burgueses que se reúnen en una calle, se autodefinen como movimientos sociales. Creemos que el término “movimiento popular” tiene un contenido de clase más definido y por lo tanto pasaremos a usar en todas nuestras articulaciones, ese concepto. En ese sentido ALBA Movimientos reúne organizaciones desde Canadá hasta la Patagonia.
Es importante que sepan como estamos mirando la actual coyuntura. Por lo general siempre tomamos como criterio de análisis lo que nos han enseñado los historiadores marxistas británicos que a lo largo del Siglo XX desarrollaron un método de análisis, y que ven la lucha de clases como una ola. Hay momentos en que los pueblos toman la defensiva, hay otros que confrontan y hay circunstancias en que se produce un reflujo en la lucha de masas, hasta que se equilibren las fuerzas nuevamente y el pueblo retome el ascenso de masas.
Mirando hacia el continente, nosotros pasamos diez o quince años de una hegemonía completa del neoliberalismo, que llevó al control de nuestras economías por el capital financiero y las corporaciones internacionales. De eso resultaron gobiernos neoliberales en casi todos nuestros países, exceptuando a Cuba. Cuando todo parecía terminado, incluso los gringos habían contratado a un filósofo japonés llamado Fukuyama, para decir que el neoliberalismo sería el final de la historia, las masas empezaron a agitarse y en algunos países hubo grandes revueltas, con temáticas varias (la lucha por el agua, la energía eléctrica), y en otros más abarcativas, como el Caracazo, y a partir de allí se fue alterando la correlación de fuerzas que tuvo como resultado un nuevo escenario electoral en todo el continente, que empezó con la victoria de Hugo Chávez.
Desde ese momento hasta los días de hoy fuimos testigos de una derrota del neoliberalismo y eso permitió que en la correlación de fuerzas de nuestro continente, en estos últimos diez años, se diera un escenario de confrontación permanente entre tres proyectos: de un lado, el proyecto neoliberal, del que algunos países no lograron salir de él, como México, Colombia y Chile; un segundo proyecto, al que denominamos neo-desarrollista, que representó una propuesta no neoliberal, pero todavía en alianza con sectores de las burguesías locales, y por eso no tiene un contenido netamente anti-imperialista, pero sí tratan de resolver los problemas populares. Brasil es el ejemplo mayor de ese proyecto, basado en un programa que buscaba el crecimiento de la economía basada en la industria, retomar el rol del Estado frente al mercado y la distribución de renta, no de riqueza. Esa distribución de renta se lograba básicamente porque había mucho empleo y por que el modelo llevaba a un alza de salarios en términos familiares. No se cambió la estructura capitalista, pero los trabajadores tuvieron aumento en la renta y mejoraron sus condiciones de vida.
El tercer proyecto es el del ALBA, donde sí tiene un contenido más popular, anti neoliberal y antiimperialista. Nació frente a la derrota del ALCA y tuvo como vanguardia a Chávez, y a su alrededor se aglutinaron Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y algunos países menores del Caribe.
En este marco de los tres proyectos, la contradicción principal era el del neoliberal propuesto por EEUU frente al del ALBA impulsado por Hugo Chávez. En el medio, el proyecto neo-desarrollista, que a veces coqueteaba con el Imperio y otras lo hacía con el ALBA. Como se trata de una política de alianza de clases, no antagónicas a nivel nacional, y no había contradicciones. Un día Brasil y Argentina se sumaban a los Estados Unidos y otras veces se acercaban a Cuba.
Siempre que se dieron elecciones en nuestros países había candidatos para cada uno de los tres proyectos.
¿Cuál es la situación actual y que cambió de aquel cuadro en esos diez años? Primero, se está viviendo una gran crisis del capitalismo internacional en su forma de capital financiero. Desde 2009 para acá, el capitalismo no encontró la salida, y por lo tanto su crisis se profundizó. Pero eso trajo que el capital imperialista, nacido en EEUU y en Europa Occidental, con sus empresas, retoma una ofensiva para salir de la crisis hacia las economías periféricas, y eso afecta a Latinoamérica. ¿Qué buscan ahora?: Primero, el control de los recursos naturales, y como Latinoamérica tiene muchos de esos recursos, el capital imperialista mira más hacia nosotros en busca de materias primas que ellos no tienen (gas, petróleo, energía eléctrica), y lo hacen con una lógica que Rosa de Luxemburgo ya lo había explicado: Siempre en la crisis, el capital busca protegerse en los recursos naturales, porque cuando estos llegan al mercado, lo hacen con precios más altos que su valor y generan una renta extraordinaria. Esa renta que es cada vez mayor, es lo que le permite a muchas empresas reformular capital y les permite salir de la crisis.
Otra salida del capital consiste en buscar mercados para sus productos industriales y con eso generaron una contradicción interna que frenó el proceso de industrialización, porque ellos no necesitan que sus fábricas sean competitivas aquí, sino que les favorece traer sus productos ya hechos. Por ello se puede entender como en algunos países, como México,Argentina y Colombia, hay un proceso de desindustrialización de sus economías. Y eso es grave, porque afecta a la composición de la clase trabajadora. Los obreros industriales son cada vez más minoría. Y si Marx tenía razón, estamos sinceramente jodidos, porque los únicos que pueden asimilar la principal contradicción entre el mundo del trabajo y el capital son los obreros industriales. O en otras palabras: la pobreza no hace Revolución. La que hace la Revolución es la capacidad de quienes producen la riqueza en contraposición a quien se apropia de ella.
Como tercer salida del capital, está la idea de que tienen que disminuir el costo de la mano de obra y lo hacen en base a tecnología adelantada. Eso reduce mucho el capital vivo, el tiempo de trabajo para hacer la mercancía. Por último, ellos hacen una manipulación del cambio. Frente a esa situación de que ahora el dólar es una moneda internacional. ¿Y quienes inciden sobre el dólar? Ellos mismos, y si no, especulan a nivel de la Bolsa, al punto que ahora la moneda dólar se transformó en una mercancía internacional. Ellos especulan con eso y pueden llevar a economías nacionales al desastre.
Otra pregunta: ¿Qué cambió en la política de EEUU? Con la crisis y las derrotas políticas y militares que sufrió en el Oriente Medio, Estados Unidos tuvo que retomar la iniciativa política hacia nuestro continente. Ellos saben que no pueden hacer en todos los países lo que hicieron en Honduras y Paraguay. Entonces la base de su accionar actual es por la economía y la ideología. Con eso se rearticulan con las élites locales. Sectores de estas élites que antes estaban con el neo-desarrollismo, lo abandonan y se vuelven más proimperialistas. Como la batalla es ideológica, ellos tienen muy claro que deben darla por los medios de comunicación, y también lo hacen en el plano cultural y a través de la influencia y el accionar cada vez más activo y sofisticado de los Servicios de Inteligencia. Quien tenga alguna duda que lea los libros de Snowden y Assange. Por lo tanto, el Internet se transformó en un instrumento de los Servicios de Inteligencia.
Por otro lado, el último accionar político-ideológico de EEUU en el continente, fue disputar el espacio económico con China.
En lo que hace a las tácticas que los EEUU están utilizando actualmente, se plantean varios escenarios: a) Aislar Venezuela. Creo que ya abandonaron la idea de tumbar al Gobierno, y que han optado por la línea de no dejar que el proyecto bolivariano se transforme en una vanguardia para Latinoamérica y que el ALBA sea un proyecto alternativo. Por otro lado, están tratando de amansar a Cuba, no tanto por los cubano sino tratando de amansarla para nosotros, así las nuevas generaciones latinoamericanas no vean a Cuba como un ejemplo revolucionario.Eso es parte del accionar ideológico gringo, buscar que se piense que “Cuba se quedó vieja”, “que ya no le hace mal a nadie”.
Otra variante parecida, se refiere a Colombia. Parece que se mueven para aíslar el radicalismo derechista de Uribe, tratando de que Santos se vuelva una alternativa burguesa confiable. Lo mismo, pero con otros apellidos están haciendo en Chile.
Por último, dentro de la misma estrategia, se plantean articularse con las fuerzas derechistas para derrotar al neo-desarrollismo en Brasil y Chile. En Brasil ya lo lograron: ganamos las elecciones pero Dilma entregó el programa económico a los neoliberales. Parece el síndrome de Estocolmo, porque el programa en vigencia fue derrotado, ya que la vencedora se sintió apasionada por lo que derrotó.
Estos son algunos elementos que por lo menos indican cambios. Que se dan en una coyuntura diferente de lo que podríamos estar analizando en el 2005 o 2008, y eso trae algunos retos para las fuerzas populares.
1) Hay un agotamiento del modelo neo-desarrollista, y al contrario de lo que algunas corrientes troskistas imaginaban, que si eso ocurría íbamos a ir directo al socialismo, pasa todo lo contrario. Esa derrota afecta a las clases populares y nos está llevando al neoliberalismo.
2) La crisis del neo-desarrollismo es consecuencia del pacto de clase antagónico entre los trabajadores y sectores de la burguesía nacional. Y eso no ocurrió porque los obreros no lo desean, sino porque la burguesía no la apoya. Ni las burguesías locales, que antes podían acumular ganancias con el mercado interno, ahora dejan ese mercado para los imperialistas, y decidieron poner su capital en el rentismo. Ellos ganan más, asociándose al capital financiero y a las trasnacionales, que haciendo un pacto con los trabajadores.
3) La crisis del precio del petróleo trajo problemas tanto para el proyecto ALBA como para el neo-desarrollismo. Esto dificultó avances sociales en Venezuela y la posibilidad de que el petróleo venezolano financiara diversos proyectos latinoamericanos, como el Banco del Sur, el intercambio de petróleo y gas, el proyecto del gasoducto Caracas-Buenos Aires.
4) Ante esta situación se agrava la crisis social. En Brasil hay muchos problemas sociales que están latentes pueden estallar.
5) Hay un retroceso del proyecto del ALBA, debido a varios factores, como el bajo precio del petróleo, o la muerte de Chávez, que como diría Plejanov, hay personajes imprescindibles. Él impulsaba arrolladoramente el ALBA y hoy no ocurre lo mismo. Pero también es cierto, que un momento, Chávez, buscando no aislares, apuntó a crear proyectos más amplios a nivel regional, como son la Unasur y la Celac.
En conclusión: creo que estamos entrando en un período de crisis y de transición de modelo pero no sabemos hacia qué modelo. Tampoco sabemos cuanto tiempo va a tardar en darse esta crisis. Pero es posible que esa crisis estuviera vinculada a los procesos económicos y al capitalismo internacional, que a los calendarios electorales. De la crisis del capitalismo internacional pueden generarse contradicciones que lleven a la construcción de otros modelos económicos más populares, que superen al neo-desarrollismo y derroten al neoliberalismo, que es la forma utilizada por el imperialismo para controlar nuestras economías. Todo esto dependerá del ascenso del movimiento de masas en nuestros países.
Si las masas no se alzan, el tiempo será largo, si las masas se mueven más rápido, podemos tener soluciones más a corto plazo. Lenin escribió un artículo en febrero de 1917 en el periódico de los bolcheviques, diciendo: “Compañeros, yo ya tengo 68 años (mentira, tenía 30) y lamento informarles que los cambios no serán vistos por nuestra generación.
En octubre, triunfa la Revolución. En un momento dado, en el Palacio del Kremlin, un joven militante bolichevique se animó a hablarle a Lenin y le espetó: “No eras vos el que decías que la Revolución sería para la próxima generación. Y Lenin le dijo: “las masas cuando se mueven, unidas, logran cambiar su cabeza en 20 días lo que no hicieron en 20 años”. Esa precisamente es nuestra esperanza».
Fuente: www.resumenlatinoamericano.org