Por Adolfo Aguirre
Tic, tac, tic, tac. Ese fue y continúa siendo el grito de muchas de las manifestaciones de las nuevas alternativas de izquierda en Europa. Un punteo del reloj que invita a pensar que las medidas de austeridad neoliberales tienen los tiempos contados ¿Llegó la hora del fin del ajuste en Europa? Las elecciones del domingo en Grecia y el contundente triunfo de Syriza, prácticamente logrando la mayoría absoluta, representan una novedad histórica y reciente. Histórica porque desde el comienzo de la posguerra, el bipartidismo dominaba la política griega, y nunca había ganado un partido que no fuera la socialdemocracia o los conservadores. Reciente, porque Syriza es un partido que lleva la plataforma contra el ajuste en la Unión Europea, en línea con los movimientos de izquierda más novedosos como Podemos en España, el Frente de Izquierda en Francia y el Sin Feinn en Irlanda. Un partido pregonando el rechazo a las políticas neoliberales dictadas por la Troika europea (FMI, Banco Europeo y Comisión Europea), ganando las elecciones con amplia ventaja, es definitivamente una novedad que da aire fresco a la política del viejo continente.
La expectativa generada por Syriza es enorme, y tratar de colmarla va a ser un reto difícil para el nuevo primer ministro Alexis Tsipras. Entre otros datos, Grecia tiene un 26% de desempleo, con más de un tercio de su población viviendo debajo de la línea de la pobreza, el 18% en pobreza extrema y más de la mitad de los jóvenes desempleados. A esto se suma que el país destina en la actualidad alrededor del 25% de su presupuesto a pagar los servicios por la deuda externa que se continúa acumulando. La presión internacional sobre el nuevo gobierno va a ser feroz, sin dudas, y ya se demostró durante la campaña electoral, cuando desde diferentes sectores, incluida la propia Merkel, “sugirieron” al pueblo griego no elegir el camino de Syriza porque corría riesgo su pertenencia a la Unión Europea. El camino de Syriza requerirá mantener la movilización social que caracterizó al partido en los últimos años, intentando generar respaldo popular para las medidas a tomar, ya que sin este será difícil enfrentar embates del establishment financiero. Las primeras medidas anuncias, incluyendo un aumento del salario mínimo en un 50%, son un paso positivo en la dirección esperada.
Es difícil pensar que Grecia podrá enfrentar este escenario por sí sola. De ahí que es fundamental que fuerzas que se oponen al ajuste neoliberal en otros países de Europa triunfen este año. El caso más relevante es el de Podemos en España, que se presenta en la actualidad como la primera fuerza en intención de votos. La consolidación de una “alternativa de izquierda” a la crisis europea es esencial para derrumbar las medidas de ajuste, pero también para detener el avance de la extrema derecha fascista que se viene produciendo en la mayoría de los países. Al canto de “Syriza, Podemos, Venceremos!”, los militantes del partido griego parecen tener muy en claro que por sí solos no será posible derrotar ese armado económico nefasto que domina la política del viejo continente.
La elección de Syriza este último domingo es una bocanada de aire fresco en la política europea, y sin dudas es un indicio de que las cosas tienen que empezar a cambiar. Tampoco tenemos que engañarnos pensando que el camino será corto y fácil. Será cuesta arriba, pero en algún momento hay que comenzar a subir la montaña.