Dragoneantes bolivianos

Algún día hará un documental sobre Los Tres. La historia de los jóvenes nacidos en Challapata, que durante 35 días fueron rehenes políticos del gobierno chileno y de una justicia sedienta de sangre.

Algún día hará un documental sobre Los Tres. La historia de los jóvenes nacidos en Challapata, que durante 35 días fueron rehenes políticos del gobierno chileno y de una justicia sedienta de sangre que intentó vilmente que se declararan culpables de un delito que no cometieron. Inocentes, volvieron a su terruño.

Claudio Choque (20), Augusto Cárdenas (19) y José Fernández (18) cumplían el servicio militar obligatorio y su misión era la lucha contra el contrabando de vehículos en la frontera entre Chile y Bolivia. Quien haya tenido alguna vez la oportunidad de andar por esa zona no observará ninguna marca ni límites naturales como ríos o montañas, tampoco muros o alambradas que indiquen de que lado del hito se está. Una frontera común que se extiende por 800 kilómetros. Puro desierto. El mero abandono de la vida. En esas extensiones altiplánicas, en esas solitarias cumbres andinas los tres dragoneantes perseguían a una banda de traficantes de automóviles. Cruzaron sin saberlo esa línea invisible que divide ambas naciones. Un error común de desorientación que el gobierno conservador de Sebastián Piñera lo transformó en un incidente binacional de consecuencias imprevisibles. El estado de Chile quiso castigar al proceso de cambio liderado por Evo Morales Ayma por el justo reclamo de salida al mar con soberanía, derecho que le fue arrebatado en la Guerra del Pacífico (1879-1883), impulsada por la oligarquía local, en complicidad con el imperio británico, para quedarse con valiosos recursos naturales.

En la Cumbre de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas (Celac) Piñera y Morales tuvieron un duro contrapunto por la cuestión marítima. Desde ese momento se lanzaron misiles bajo la línea de flotación. La rocambolesca detención de los soldados fue el punto de más tensión. Lo insólito es que los tres jóvenes fueron denunciados a Carabineros por los contrabandistas a quienes perseguían y la policía los apresó como si tratara de una célula dormida de salafista-yhijadistas operando en el norte chileno.

Chauvinismo, palabras huecas, invocaciones nacionalistas de subterráneo nivel fueron los ingredientes adicionales para seguir cocinando este tuco. Lo que tenía que resolverse entre cancillerías en un par de horas, apenas hubiese merecido un recuadro en páginas interiores en un diario local y el retorno silencioso de los soldados a su patria. Pero no, prefirieron el escarmiento. El fiscal regional de Tarapacá (Iquique), Manuel Guerra, encontró la hendija para convertirse en estrella de televisión y en el patriota número uno de la causa nacional. Avanzó, sin sentido, con el objetivo de obtener una condena penal y prisión en Chile para Los Tres. Tan burdo fue su accionar que hasta el ultraconservador y propinochetista diario El Mercurio lo advirtió en un editorial del 18 de febrero pasad0.

El 16 de febrero, acompañado por el valiente diputado comunista Hugo Gutierrez (@Hugo_Gutierrez_), el equipo con el conformamos la corresponsalía de HispanTV en Bolivia pudimos ingresar a la cárcel de Alto Hospicio y ver a los tres soldados. Muy tímidos, nacidos en el pequeño municipio de Challapata, en Oruro, nos ratificaron que no sabían que habían cruzado la frontera, que perseguían a contrabandistas y que ese era su deber como soldados bolivianos. Nos fuimos tristes de ver a estos jóvenes, que cumplen su servicio militar obligatorio, tomados como rehenes. Tan lejos de sus familias, de sus afectos; tan cerca del odio.

Manifestó Gutiérrez: “Se tomó la decisión de hacer de la detención de los soldados bolivianos un festín mediático haciéndolos pasar como delincuentes, en un contexto de una Cumbre como la Celac, para darse este gusto de estropear aún más las relaciones entre Chile y Bolivia”.

Este militante comunista merece el mayor de los elogios y respetos en toda Nuestra América, no sólo reclamó desde su rol de diputado la liberación de los tres jóvenes, sino que también los visitó en varias ocasiones para acompañarlos y verificar sus condiciones de detención. El gesto enorme se comppleta cuando la justicia chilena, tres días antes de su liberación, les otorgó la prisión domiciliaria, el lugar de alojamiento fue el domicilio de Gutiérrez. Por último, el sueño de Los Tres era conocer el mar, fue él quien los llevó. Un internacionalista de pies, cabeza y corazón.

Los Tres llegaron hasta El Monstruo.

Sí.

Cobró tal trascendencia que en la mismísima inauguración del reputado Festival de Viña del Mar explotó el conflicto sobre el escenario de Quinta Vergara. Una sonora rechifla ensordeció el ambiente apenas los presentadores anunciaron al grupo de folclore boliviano María Juana.

Pero en el acto siguiente, quien puso el listón más alto fue el cantante chileno Jorge González, ex vocalista de Los Prisioneros, quien le exigió a Piñera “no a la guerra con Bolivia, no a la guerra señor Presidente”.

Y luego en una conferencia de prensa dio cátedra de historia: “Como Bolivia tiene un Presidente que ha nacionalizado los recursos, un Presidente que ha decidido que las cosas que se producen en Bolivia deben ser para los bolivianos, los intereses internacionales están muy molestos y, entonces, de alguna manera el poder en Chile hace mucho tiempo viene montando la ocasión de crear una guerra contra Bolivia y están armando conflictos artificialmente para armar una guerra y quitarle sus recursos”.

El tema se tornó incomodó, se internacionalizó, se recordó el robo cochino del salitre y el mar, quisieron escarmentar a Bolivia, pero le dieron voz a la historia del saqueo.

Fiscales y policías sometieron a estos dragoneantes a todo tipo de presiones para que se declaren culpables, para que renuncien a sus derechos legales. Creyeron, tal vez, al verlos casi adolescentes, que no entendían lo que pasaba. Apostaron al miedo, a la amenaza. No comprendieron el valor de la raza. Quisieron que se declaren culpables y le ofrecieron expulsarlos. Dijeron en voz alta: no. Quisieron culpar a uno y soltar a dos. Repitieron: no. Los Tres nos vamos juntos: Somos soldados bolivianos, somos inocentes y queremos que se nos declare inocentes porque no cometimos ningún delito. Y recordaron Los Tres, justamente los tres valores morales de los pueblos originarios de sudamérica: Ama Sua ( No seas ladrón) , Ama Llulla (No seas mentiroso) , Ama Quella (No seas ocioso).

Raza brava.

Raza heróica.

Los soldados finalmente fueron liberados el 1º de marzo.

De los deseos de sangre del fiscal, que pretendía cárcel en Chile, se pasó a la liberación “simple y pura”, como inocentes con la sola punición de que no pueden volver a ese país por el plazo de un año. Creo que lo último que harían en su vida es retornar al lugar donde fueron tratados como invasores, delincuentes. En Bolivia fueron recibidos como héroes. Un avión de la Fuerza Aérea Boliviana los trasladó a Oruro. El Presidente los declaró “Héroes del Mar”.

Fueron ascendidos al grado de cabo. Recibieron medallas al honor y los más altos galardones militares. El propio Presidente colgó sobre su pecho esas medallas.

Se lo merecen.

Los Tres.

 

Posdata:

Vemos en mapas de hoy la geografía de Chile. Encajonado entre el mar y la cordillera. Esas fronteras hace 134 años eran otras. Arica e Iquique eran de Perú. Antogasta, Mejillones, Tocopilla, Calama, de Bolivia. Esa guerra, impulsada por la oligarquía chilena, que tuvo el apoyo abierto del imperio británico, le quitó todo acceso marítimo a Bolivia y le dejó a Chile las utilidades del cobre y el litio, su mayor riqueza hasta el día de hoy. La guerra fue en condiciones desiguales, la escasa población boliviana de la zona conformó milicias para repeler el ataque del ejército. Se la conoce como la Guerra del Pacífico, se extendió por cuatro años, entre 1879-1883, con la cual Chile aumentó su territorio en un tercio a expensas del Perú y Bolivia. Los Tres nos permitieron recordar un poquito esta historia del despojo.

 

(04.03.2013: Mariano Vázquez)

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